No todos son monjes. Las exigencias y los sacrificios de una vida austera hacen que la vocación de monje sea poco atractiva para la mayoría de la gente. Sin embargo, la vida monástica enseña valiosas lecciones de las que la persona común puede aprender, especialmente para superar los obstáculos de la vida cotidiana. Esta es una lista no exhaustiva.
Levantarse temprano
El rigor que impone la jornada de trabajo en un monasterio implica empezar el día temprano. Por supuesto, el día se inaugura con la primera oración antes de la comida.
Levantarse temprano significa estructurar el día para poder acostarse temprano la noche anterior. Los beneficios de levantarse al amanecer son muchos. Hay una cierta sensación de control sobre el tiempo y la capacidad de deleitarse con la energía de los buenos días que hace posible la tranquilidad de las primeras horas.
Desapego de las cosas materiales
Uno de los votos para ser monje es el de pobreza. El desprendimiento de las posesiones facilita la concentración en la dimensión espiritual de la vida. Hay una especie de mecanismo de compensación que puede tener lugar entre estas dos dimensiones de la existencia.
Trabajar con diligencia
La vida de un monje está marcada por sus oraciones y sus comidas. Entre estas dos actividades, realiza todo tipo de trabajos. Dependiendo de la hermandad o congregación a la que pertenezca, puede estar destinado a tareas directamente relacionadas con la sociedad (por ejemplo, la congregación de San Juan de Dios, que ayuda sobre todo a los niños en los hospitales) o puede trabajar en un monasterio más alejado del mundo.
La vida en las cofradías
La vida en cofradías ayuda a responder a las exigencias de la vida monástica. La presión de los compañeros y la sinergia que crea hacen posible un trabajo concentrado y asiduo. Cualquier proyecto ambicioso implica la necesidad de rodearse de personas benévolas que compartan un objetivo común.
La sencillez como forma de vida
La pobreza es uno de los votos que hace un monje cuando decide ingresar en un monasterio. Esta pobreza le quita el sentido de la propiedad, pero también le libera del miedo a perder lo que le da libertad. Tiene todos los objetos que necesita para vivir y trabajar, no los almacena ni los desea.
Chastity
El compromiso con un camino casto da un impulso de energía que puede utilizarse para causas nobles y difíciles.
Estudio del libro
Ser monje o monja significa estudiar constantemente la Biblia y comentar sus pasajes. Los principios se meditan y se aplican en la vida cotidiana. Tener un manifiesto y leerlo a menudo puede ayudarnos a estar en sintonía con los valores que deseamos encarnar en nuestra vida.
Un día bien organizado
En un monasterio todo está planificado de antemano, desde los horarios de oración hasta los de las comidas. Nada se deja al azar. Esto hace que la institución monástica sea muy eficiente.
El servicio
El monje sirve a su hermandad, pero lo hace sobre todo para servir a Dios. Ser monje es dedicar los pensamientos, las palabras y las acciones a lo divino. Finalmente, la vida se convierte en una ofrenda y el monje vive para honrar a Dios lo mejor que puede.
Compromiso
Su vida gira en torno al trabajo y la oración. Habiendo descartado todas las distracciones posibles, el monje puede entregarse en cuerpo y alma a estas dos acciones.
Ego minimizado
Vivir en la pobreza nos humilla, lo que a su vez minimiza nuestro ego. Vivir con un ego ligero nos permite vivir sin filtros y más cerca del mundo.
Alegría en lugar de placer
Los placeres de la vida de un monje son muy modestos. Pueden encontrarse en la comida o en la contemplación de la naturaleza. Sin embargo, esta minimización del placer conduce a la posibilidad de experimentar la alegría que es fruto de la comunión con Dios.
Soledad y silencio
La soledad es una parte integral de la vida de un monje. Además del trabajo y las comidas, dedica su tiempo a la oración y al recogimiento. La soledad le permite profundizar en el conocimiento de su ser y estudiar asiduamente la Biblia. Por otra parte, la soledad permite el silencio, lo que le facilita entrar en comunión con la naturaleza o con Dios.
No se retira, su vida es un retiro
El monje trabaja toda su vida o casi toda su vida, si sus capacidades físicas y mentales se lo permiten. No necesita retirarse porque vive retirado del mundo.
Cambiar el mundo cambiando uno mismo
Los monjes o monjas, con sus oraciones, su dedicación y su servicio, contribuyen a traer la paz a este mundo. Con su presencia, elevan el nivel de la conciencia humana, las vibraciones que emiten tienen sin duda un impacto positivo en el mundo.