A menudo olvidamos que todos vamos a morir algún día. Esta falta de claridad sobre el resultado inevitable de la existencia desarrolla en nosotros un enfoque particular en esta vida terrenal. Esta ignorancia voluntaria o cultural fortalece nuestra identidad material, física, psicológica e intelectual. Las sociedades en el mundo moderno están encarnadas por hombres y mujeres que cultivan sus cuerpos e intelectos a expensas de su alma. No reconocer el alma humana nos lleva a los errores individuales y civilizatorios más graves.
El eterno contempla lo transitorio
Al negarse a reconocer la existencia misma del alma, nos convertimos en prisioneros de lo efímero. Ya sea el cuerpo, la mente o nuestras emociones, todo esto desaparecerá un día, a diferencia del alma. Además, ignorar esta entidad sutil nos impide trabajar y purificarla. Es como si alguien ignorara el concepto de salud física: su vida sería completamente destructiva para su cuerpo porque no lo cuidaría, comiendo lo que desea, ignorando la necesidad de hacer un mínimo de ejercicio o dormir adecuadamente. Dado que la gente ya no reconoce el alma como una entidad real, esta se ha deteriorado en individuos de culturas materialistas y ateas. Este descuido del alma lleva a los peores trastornos, que tienen consecuencias tanto psicológicas como físicas.
El alma es la raíz de la felicidad
La felicidad del alma es el grado más alto de felicidad porque el alma está en la cima de nuestras diversas entidades (alma > intelecto > emociones > físico). La felicidad física es a menudo efímera y puede incluso parecer grosera. Puede llevar a hacer daño a expensas de otros (por ejemplo, los placeres de la mesa se hacen a expensas de los animales). Cuanto más maduramos y trascendemos nuestra naturaleza, más sutil se volverá nuestra felicidad. El problema es que las sociedades que han aniquilado el concepto del alma se quedan con una multitud de intelectuales deprimidos y cínicos que ya no pueden dar sentido a sus vidas o al menos tener una sensación de plenitud, incluso temporal.
Usted es un alma que tiene una experiencia humana
Entonces, lo que importa a partir de ahora es que recupere la conciencia de la verdadera naturaleza de su existencia. No vino a la Tierra para cumplir solo un propósito material. Su vida tiene un valor mayor que eso. La razón por la que vino es para que su alma mejore frotándose contra las vicisitudes de la existencia terrenal y para recoger conocimientos y gemas que ayudarán a mejorarla. La vida terrenal es como un gimnasio de boxeo donde se va a enfrentar la dureza, con la diferencia de que usted mejora su alma y no su técnica marcial o sus reflejos. Lo lamentable es que muchos de nosotros hemos olvidado este propósito sagrado, lo cual es lamentable. Sería un poco como si un boxeador fuera a su entrenamiento solo con el deseo de mejorar su musculatura, su belleza física y su relación con sus compañeros de entrenamiento, olvidando el verdadero propósito del entrenamiento, que es aprender a pelear y defenderse. Buscar la excelencia en todas las esferas de la vida no perjudica su progreso espiritual, a menos que este aparezca como secundario en su enfoque diario.
