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La felicidad es un objetivo indirecto

No busques ser feliz; sé bueno y luego te volverás feliz.

Todos quieren ser felices, pero pocos realmente lo son.

La trampa del enfoque directo

La mayoría de la gente cree que la felicidad es un objetivo que se puede perseguir directamente. La búsqueda de la riqueza y el placer ilustra esto. La satisfacción de los placeres sensoriales trae un cierto grado de satisfacción a corto plazo, pero rara vez trae una felicidad duradera e intensa.

El proceso indirecto

El enfoque indirecto implica convertirse en una buena persona. Expresado así, puede sonar simplista, pero en realidad es más sutil de lo que parece. Ser bueno implica muchas cosas, pero esencialmente significa trabajar por el bien de las personas y, más que eso, trabajar por el bien de todos los seres vivos. Cuando uno comienza a ser una buena persona, se satisface con poco. A menudo son nuestros vicios los que amplifican nuestros deseos. Por ejemplo, por narcisismo, uno puede desear comprar los accesorios o automóviles más hermosos para presumir en las redes sociales. Con un poco de sabiduría, uno habría evitado este problema porque habría medido la vanidad de tal empresa. Esta empresa consiste en querer complacer a personas que no conocemos, que no nos respetarían o amarían solo por lo que tenemos, no realmente por lo que somos. En resumen, la verdadera y duradera felicidad se obtiene mediante la práctica de la virtud.

Consistencia vs. intensidad

Si el enfoque indirecto finalmente atrae a pocas personas, es porque requiere consistencia para dar frutos. El enfoque hedonista y directo impresiona porque es intenso y evidente. Esta es la misma razón por la que las personas beben alcohol; experimentan euforia, un cierto placer que sin embargo es seguido por efectos indeseables. La felicidad de las personas malvadas es algo similar. A primera vista, parece intensa y deliciosa, pero lo que oculta es una vida miserable llena de tormento después. La felicidad sostenible es similar a un maratón; requiere un esfuerzo constante para ganancias mínimas a diario. Sin embargo, con el tiempo, notamos que la distancia recorrida es enorme.

El efecto acumulativo del bien

Las buenas acciones crean un efecto acumulativo positivo que genera constantemente cosas mejores. Cuanto más practicamos la virtud, más podemos cultivar la felicidad auténtica dentro de nosotros mismos. Por el contrario, cuanto más practicamos el vicio, más difícil es encontrar la verdadera felicidad, más insatisfechos nos sentimos y más buscamos llenar este vacío externamente.

Cultivar la verdadera felicidad

Existen varias formas de felicidad porque el ser humano tiene varias dimensiones: física, intelectual, emocional, espiritual, etc. La felicidad más duradera es aquella que sirve a nuestra dimensión más duradera. Entre todas las dimensiones del ser, la que teóricamente es la más permanente es nuestra alma. La felicidad del alma es la más sutil, y se construye siendo una fuerza para el bien aquí en la tierra. Implica una cierta idea de sacrificio pero con una recompensa mayor.

No todas las batallas valen la pena

En la naturaleza, hay tres formas de reaccionar ante el peligro: huir, combatir o congelarse. Muchas de nuestras desgracias se deben a elegir una batalla que no valía la pena librar. Para ser feliz, debemos saber cómo asignar nuestros recursos (tiempo, atención y energía) adecuadamente. Es enfocando la mayoría de nuestros recursos en cosas que realmente importan que podemos progresar y encontrar alegría y serenidad. Por orgullo, inflexibilidad o necedad, podemos encontrarnos luchando batallas que no eran nuestras, lo que puede ser perjudicial porque habremos desviado nuestros preciosos recursos que podrían haber sido utilizados hacia nuestros seres queridos, una vocación, o todos aquellos que valoran lo que somos.

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