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El flagelo de la intermediación: hacia una civilización de la pantalla

Cada vez más interacciones humanas se realizan a través de un medio, una pantalla, y aún más a través de una aplicación: charlar con un amigo, buscar un trabajo, encontrar el alma gemela, seguir un curso, dar un curso, ¿qué más? Todo lo que somos como humanos, es decir, interactuar con otros humanos, ha sido confiscado por herramientas de intermediación bajo el pretexto de que facilitan nuestra vida. ¿Es realmente así?

Vivir con su tiempo, ¿pero a qué precio?

Nuestra época nos insta tácitamente a usar plataformas de todo tipo para comunicarnos mejor y ser más productivos. Ciertamente hemos ganado en productividad, pero ¿debemos dejar que nos arrastre esta marea tecnológica de tal manera que toda nuestra vida esté estructurada por aplicaciones? Viviendo constantemente frente a nuestras pantallas, surge un malestar: perdemos lo que nos hacía profundamente humanos, es decir, nuestra capacidad de establecer vínculos en el mundo real con otros humanos.

La intermediación como espacio de control

La plataforma, la herramienta, pueden convertirse en el portero de nuestra vida social. ¿Qué pasaría si fuéramos expulsados ​​de estas herramientas llamadas sociales? Perderíamos lo que nos une al resto del mundo, perderíamos nuestra capacidad de socializar, podríamos perder de repente nuestro vínculo con el resto de la humanidad de alguna manera. Estas plataformas tienen un gran poder y lo saben. Saben que nuestra necesidad de unirnos a los demás está profundamente arraigada en nuestro ADN. Saben que nuestra supervivencia ancestral estaba relacionada con el grupo y que, consciente o inconscientemente, todavía asociamos la muerte social con la muerte simplemente. En otras palabras, estas compañías saben que tienen el poder de vida o muerte sobre sus millones de usuarios y saben cómo manipular nuestras emociones para servir mejor a sus intereses.

¿Es posible emanciparse de la intermediación?

Hay formas obvias de no sufrir la intermediación, basta con ir a vivir a países que no tienen el mismo nivel de desarrollo y tratar de reconstruir su círculo de amigos allí. Es una solución inmediata, pero ¿quiere o puede hacerlo? Si no tiene la posibilidad de hacerlo, debería cortarse voluntaria y periódicamente de la intermediación.

¿Cómo hacer abstracción de la intermediación?

Hay una forma simple y radical de poner fin a la intermediación: basta con cortar el medio. Puede decidir no usar su teléfono por una parte del día, si es posible. Es semi-radical, no se puede vivir de manera plena hoy en día si se desconecta completamente de los medios de comunicación digitales, ya que representan una puerta al mundo real. Dicho esto, si se acostumbra a no usar el teléfono o la computadora y hacer otra cosa en su lugar (deporte, quedar con amigos, leer un libro, etc.), recablearás tu cerebro y podrás liberarte de las limitaciones que conlleva la intermediación.

La destrucción de la atención destruye tu motivación y la destrucción de la motivación crea depresión

Si no estabas convencido de los peligros del uso excesivo de aplicaciones o dispositivos de comunicación modernos, considera esto: las herramientas actuales destruyen tu atención. Las nuevas redes sociales del mercado te hacen cada vez más pasivo, ya ni siquiera tienes que decidir qué vas a ver, son los algoritmos los que te sugieren lo que debes consumir y acabas ingiriendo una cantidad ingente de dopamina pensando que eso te aliviará. Pero ¡no! Poco a poco caes en la trampa del consumo adictivo de dopamina, que no está exento de consecuencias. Tu capacidad de concentración disminuirá. Antes habrías sido capaz de leer un libro, ver una película entera o escribir una larga carta a un amigo. Tras una exposición intensiva a la dopamina barata, ya no serás capaz de hacer estas cosas.

La pérdida de atención conlleva la pérdida de motivación.

Una vez que tu atención se reduce al mínimo, te conviertes en una especie de zombi desde el punto de vista mental: tu motivación disminuye considerablemente e incluso en algunos casos eres amorfo. Es la segunda etapa de esta espiral infernal: sabes que las aplicaciones no son buenas para ti, pero no puedes evitarlo. Como tu cerebro se ha reformateado por completo, las cosas difíciles te parecen inútiles porque ya no te proporcionan una satisfacción inmediata.

La pérdida prolongada de motivación puede llevar a la depresión

Si permanece demasiado tiempo en un estado en el que su cerebro está sobreexpuesto a la estimulación de la dopamina, corre el riesgo de caer en la depresión. La depresión puede definirse o explicarse de varias maneras. Puede decirse que se deriva de una pérdida de sentido o del deseo de hacer algo con la propia vida. Cuando está estimulado por la dopamina, el mundo puede parecer anodino y nada puede parecer digno de hacer aparte de lo que pueda proporcionar una rápida “inyección” de dopamina.

Romper el círculo vicioso: lo bueno está en la medida

Hay una forma de poner fin a esta espiral descendente, y se trata simplemente de volver a la rutina y acostumbrarse a una relación con el tiempo: la estimulación de la serotonina. Si practicas un deporte de resistencia, lees un libro duro, etc., conseguirás cablear tu cerebro de otra manera. Por supuesto, esto lleva tiempo y ocurre por etapas. Simplemente tienes que establecer hábitos atómicos y ceñirte a ellos. La tecnología no es un problema en sí misma, sino su exceso. Por eso tienes que reintroducir la disciplina en este aspecto de tu vida.

El silencio es la clave del verdadero poder

Hoy en día se nos priva de un poder real, el de disfrutar del silencio. Se hace todo lo posible para que estemos atrapados en el flujo de información y distracciones que se nos propone. Al hacerlo, perdemos la posibilidad de conectar con nosotros mismos, perdemos nuestro verdadero poder. Por eso necesitamos querer recrear proactivamente cada día el silencio que nos permita recuperar el poder que proviene de conocernos a nosotros mismos.

Endurar : Derivado del latín duro (“hacer duro”), con el prefijo in-.

Para ser fuerte, hay que ser capaz de soportar las dificultades. La ausencia de distracciones, como no usar el móvil, es una forma de hacerse más fuerte. Para ser más fuerte, hay que aprender a soportar las dificultades. El silencio es un calvario en sí mismo en los tiempos que corren. Si consigues domar el silencio, alcanzarás un mayor nivel de desarrollo.

Entusiasmo: Del griego antiguo ἐνθουσιασμός, enthousiasmós (“inspiración, posesión divina”).

Parte de la generación actual ha perdido el entusiasmo porque está espiritual o moralmente vacía. La distracción constante que posibilitan las redes sociales nos impide hacer un verdadero trabajo interior, o al menos inhabilita la presencia divina en nuestros corazones porque nuestras mentes están distraídas. Para redescubrir el entusiasmo, para contemplar la sencilla belleza de la vida, necesitamos desconectar, después de despejar la cabeza, para poder llenar nuestro corazón de alegría divina.

Elige tu objetivo eligiendo a quién quieres ayudar y proteger

En conclusión, si quieres ser feliz en la era de la distracción digital, no trates de satisfacer un deseo personal, sino ponte al servicio de una causa, ayudando a un grupo de personas. Obtendrás más placer y encontrarás una felicidad duradera.

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