Estemos donde estemos, tengamos la edad que tengamos, estamos sometidos al juego del estatus. La mayoría de las veces este juego es inconsciente; lo jugamos sin darnos cuenta. Las reglas cambian según el entorno en el que nos encontremos. En resumen, jugamos a varios juegos de estatus, dependiendo de si estamos con nuestra familia, en la escuela, en el lugar de trabajo, o lo que sea.
El estatus: fundamental para nuestra supervivencia
La humanidad sólo ha sido sedentaria durante 500 generaciones como máximo. Esto contrasta con nuestro periodo nómada, que ha durado más de cien mil generaciones. El estatus es un elemento importante porque ha permitido al hombre sobrevivir perteneciendo a un grupo. Una persona desterrada de un grupo en el Paleolítico habría tenido muy pocas posibilidades de sobrevivir y casi ninguna de transmitir sus genes a la siguiente generación. Por eso es tan importante ser aceptado socialmente incluso hoy en día, es algo que ha dejado huella en nuestro ADN.
Hay distintas formas de adquirir estatus: dominación, prestigio y virtud
A lo largo de los tiempos ha habido varios grados de estatus. En tiempos inmemoriales, la fuerza bruta prevalecía en los primeros grupos humanos porque les permitía defenderse de los depredadores y de otras bandas humanas. Con el paso del tiempo, las bandas humanas se hicieron cada vez más complejas. La aparición de las herramientas provocó una segmentación de los roles dentro del grupo. Ya no sólo se valoraba la fuerza bruta, sino también la contribución del individuo al grupo. El prestigio empezó a convertirse en un aspecto mucho más importante del estatus. Un chamán, un pescador destacado, un cuentacuentos o un fabricante de alfanjes podían competir en estatus con los guerreros más feroces del clan.
Prestigio
Por tanto, el prestigio está vinculado a la utilidad social dentro del grupo. La dominación también es útil (sobre todo para proteger al grupo) pero, en general, se utiliza principalmente para servir a los intereses de la persona que tiene el poder. La dominación es nuestra forma más arcaica de gobernar. Se manifiesta de vez en cuando (cuando los niños se pelean, por ejemplo), pero la mayoría de las veces se calla porque preferimos utilizar el prestigio para evitar que nos descalifiquen de alguna manera. De hecho, cuanto más compleja es una sociedad, más se reprimen los elementos de pura brutalidad y los individuos que recurren a ellos pueden sufrir una forma de ostracismo. Todos buscamos prestigio. Las profesiones son una buena ilustración de esta búsqueda. Cuando pensamos en las profesiones de médico, político o director de empresa, existe en particular una correlación con su utilidad social que hace que estas profesiones sean extremadamente prestigiosas.
Virtud
La virtud es un nivel aún más alto en cuanto a la posibilidad de estatus asociado. Las personas virtuosas ocupan un lugar destacado en la narrativa de la sociedad. Son los chamanes, sacerdotes, brahmanes, jeques o filósofos en las sociedades seculares. Son los garantes (y representantes) de la autoridad moral de una nación y gozan del mayor grado de respetabilidad en sus respectivas sociedades. No es necesario tener una profesión relacionada con la virtud o virtudes cardinales de una nación para disfrutar de ciertos beneficios. Basta con actuar de acuerdo con los códigos éticos de su sociedad (ser caritativo en una sociedad cristiana, valiente en una sociedad tribal y guerrera o humilde en una sociedad confuciana).
La persona más alta de la pirámide social será capaz de combinar las tres dimensiones del estatus
Dado que estos tres valores de estatus están intrínsecamente ligados a lo que somos desde un punto de vista antropológico, es una buena idea jugar con estas 3 palancas para adquirir tanto capital de estatus como sea posible.
Aumenta tu dominio:
Para aumentar tu dominio, necesitas aumentar tu fuerza de voluntad. Para ello, tienes que enfrentarte a algún tipo de resistencia para entrenarte a ir más allá de tus límites. Esencialmente, la adversidad te ayudará a ser más fuerte e incisivo. Puedes apuntarte a un club de artes marciales, emprender un proyecto difícil (crear una empresa, por ejemplo) para poner a prueba tu fuerza de voluntad mientras la desarrollas.
Aumenta tu prestigio:
Para aumentar tu prestigio, simplemente recurre a talentos que aumenten tu utilidad o riqueza (ambos suelen estar correlacionados). Si eres rico, tienes la oportunidad de ayudar a más gente, y si tienes una habilidad rara y codiciada, también tienes la oportunidad de mejorar tu utilidad para la gente o las empresas. Tu prestigio puede aumentar por tu influencia: cuanta más gente te conozca y te aprecie, más influencia tendrás en la sociedad (capital social). Esencialmente, el prestigio podría ser la suma de distintas formas de capital: capital social / capital financiero / capital simbólico / capital cultural / capital de competencias, etc.
Aumentar la virtud:
La virtud podría asociarse a lo que comúnmente se conoce como reputación. Se trata de un capital moral o espiritual. Puedes aumentarlo y tendrá un efecto multiplicador sobre las otras formas de capital que ya posees.
Negarse a jugar el juego del estatus
Algunas personas se niegan a salir de casa (cf. los hikikomoris en Japón) porque el entorno social es demasiado difícil, demasiado competitivo, demasiado homogéneo en cierto modo. Sienten el peso del juicio de los demás sobre sus hombros, no pueden perder la cara todo el tiempo, así que prefieren recluirse en sus casas para evitar mostrar esa cara. Entonces, ¿existe realmente una salida en tales circunstancias? ¿Podemos escapar de la presión de los demás y acabar con el juego del estatus?
Escapar o al menos esquivar la lógica del estatus
Si vives en distintos países a lo largo del año o frecuentas diferentes entornos sociales, culturales o religiosos, los contornos de tu búsqueda de estatus serían difíciles de definir. Puede que no sientas la presión del estatus con tanta intensidad si el entorno social en el que vives cambia constantemente. Tu movilidad y agilidad son tu punto fuerte. Cuantas más corazas y capas acumules, más capaz serás de ponerte en el lugar de cualquiera y viajar sin esforzarte demasiado por mantener tu ego, más probable será que estés “por encima de la contienda”. Por supuesto, también es posible que te perciban como un extraño en todas las sociedades por las que viajes (por ejemplo, los viajeros), pero en realidad el mundo actual es diferente. Cuando viajas, tienes la oportunidad de pertenecer a otro grupo que realmente no socializa pero que se reconoce igualmente. Tienes la oportunidad de pertenecer al grupo de los viajeros (nómadas digitales, jubilados ricos, etc.), de ti depende elegir el subgrupo que mejor se adapte a lo que quieres ser.
Resumiendo:
– En realidad no tienes la opción de evitar el juego del estatus, estás jugando sin saberlo a uno de los juegos existentes (dominación, prestigio o virtud), lo quieras o no.
– Puedes evitar el juego simplemente aislándote del mundo y viviendo en soledad.
– Hay varias formas de aumentar tu estatus. Basta con adquirir una de sus formas.