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La asimetría del racismo

Hay un racismo que se manifiesta en la cara y otro que es más sutil. Comúnmente podemos hablar de macro-racismo y micro-racismo (por las micro-agresiones que genera). Puede decirse que las sociedades modernas son el lugar donde tiene lugar una guerra que no dice su nombre y de la que los soldados no son conscientes. En resumen, existe una oposición entre los soldados que practican la guerra convencional y los guerreros que utilizan estrategias de guerrilla. Los guerreros minan la moral del enemigo utilizando microagresiones, mientras que los soldados emplean la guerra convencional.

Recordatorio sobre la noción de guerra asimétrica: el caso de España y las tropas francesas durante las guerras napoleónicas

La guerra asimétrica, o el uso de tácticas militares no convencionales, se ha considerado como un proceso por el que una fuerza más débil puede vencer a otra más poderosa. Esta estrategia se remonta a cientos de años atrás, siendo el ejemplo más famoso el de las tropas españolas y francesas durante las guerras napoleónicas. Las estrategias empleadas por estas fuerzas no sólo alteraron el curso de la guerra, sino también la forma en que se librarían las guerras futuras.

A finales del siglo XVIII, España había surgido como un formidable enemigo de Napoleón. Como la potencia militar más poderosa de Europa, Napoleón había revolucionado el arte de las tácticas y la organización militares, haciendo casi imposible que cualquier otro país pudiera competir en los campos de batalla. Sin embargo, españoles y franceses utilizaron una táctica de guerra asimétrica en un intento de igualar las fuerzas.

Los españoles emplearon tácticas de guerrilla, confiando en fuerzas más pequeñas que tenían una gran movilidad y podían infiltrarse profundamente en el territorio enemigo y aplicar la guerra psicológica, la desorganización e incluso el sabotaje. Incluso el legendario líder guerrillero Francisco “El Cura” Moreno luchó contra las fuerzas napoleónicas. Gracias a su estrategia de emboscadas y ataques por sorpresa, desgastó a las fuerzas francesas y permitió a los españoles recuperar ciudades y pueblos que habían perdido a manos de los franceses.

Los franceses emplearon una estrategia similar en su intento de contraatacar a Napoleón. Atacando las plazas fuertes españolas, pretendían debilitar a las fuerzas españolas y establecer sus propias posiciones. Los soldados de caballería montados, a menudo denominados “chasseurs”, fueron utilizados para movilizar a las tropas francesas mientras intentaban flanquear la resistencia española.

El uso estratégico de la guerra asimétrica por parte de españoles y franceses tuvo un enorme impacto en las Guerras Napoleónicas y sentó un precedente para las guerras futuras. La guerra asimétrica es una de las tácticas más eficaces empleadas en los tiempos modernos, y los españoles y franceses demuestran lo poderosa que puede ser como arma. Incluso hoy en día, la guerra asimétrica se utiliza ampliamente como estrategia eficaz para combatir a enemigos poderosos.

Está claro que las fuerzas españolas y francesas utilizaron la guerra asimétrica en las guerras napoleónicas, y su éxito sirve como recordatorio de que dicha estrategia es una opción viable. El uso de la guerra asimétrica ha evolucionado con el tiempo y se han desarrollado nuevas técnicas para anular las ventajas obtenidas mediante el uso de tácticas y maquinaria convencionales. La guerra asimétrica sigue siendo relevante en la guerra moderna, y el ejemplo dado por españoles y franceses durante las guerras napoleónicas debería recordarse como una lección para los conflictos actuales.

Consideremos el caso de Estados Unidos

Estados Unidos tiene instituciones europeas y una población predominantemente europea aún hoy, aunque las tendencias pueden invertirse en el futuro. Los “blancos”, en pocas palabras, disfrutan de un favoritismo simbólico que es herencia de la segregación y de la no tan lejana esclavitud. Por supuesto, esta posición privilegiada crea injusticias que sufre el resto de la población no blanca. A partir de ahí, se pone en marcha la agresión mutua. La estrategia de la guerra de guerrillas siempre ha sido empleada por las poblaciones indígenas, al menos las que tenían la ventaja del terreno. Este es el caso que nos ocupa. Los blancos tienen las instituciones de su lado, juegan en casa, y por eso practican una forma de guerra de guerrillas contra las poblaciones no blancas. Éstas se materializan en forma de microagresiones. Las poblaciones no blancas se asimilarían a tropas de ocupación -al no tener el terreno para ellas solas- (lo que de hecho no es el caso, ya que los antepasados de los latinos son los verdaderos nativos americanos y los antepasados negros llegaron en su mayoría antes que gran parte de los blancos americanos, una parte significativa de los cuales llegó en los siglos XIX y XX, mucho después del comercio de esclavos de los siglos XVI al XIX) y practicarían una guerra más convencional compuesta de macroagresiones, que son más visibles.

Microagresiones y macroagresiones

¿Cuántas microagresiones hay por una sola macroagresión? Es difícil decirlo. ¿Existe convertibilidad entre una macroagresión y una microagresión? En caso afirmativo, ¿cuál es el tipo de cambio?

Es más fácil mostrar imágenes de un asalto violento en la calle. Es memorable. Congela la sangre y crea una sensación de revuelta. Sin embargo, hay toda una serie de microagresiones que pasan desapercibidas: esa puerta que no sujeta nuestro vecino y que viene y nos da una bofetada porque no la esperábamos: Sabemos que sabía que le seguíamos, esos mensajes de inquilinos en airbnb que de repente ya no tienen disponibilidad para el periodo que habíamos elegido, esa mirada evasiva que nos encontramos cuando vamos a un sitio donde obviamente no somos bienvenidos, esas burlas repetidas que se mofan de parte de lo que somos, por supuesto en clave de humor, esos cientos de sonrisas avergonzadas que borramos o esas miradas de reproche que sufrimos regularmente, etc. Sí, todo pasa desapercibido. Una cosa no justifica la otra, pero entiéndase: la violencia es un círculo vicioso cuyas ramificaciones no siempre están claras, cada uno de nosotros tiene los medios para apagar una mecha, podemos desempeñar el papel de válvula.

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