Nuestros pensamientos a veces se mueven más rápido que nosotros, se mezclan, nos confunden y eventualmente crean confusión dentro de nosotros. La mayoría de las veces no es posible meditar en el trabajo, por lo que esperamos que al final del día tengamos un momento de intimidad que nos permita entrar en un estado meditativo. No es necesario estar sentado en un traje para meditar. Puedes hacer de cada momento de la vida diaria un momento de meditación. Por supuesto, no llegarás a la misma profundidad en tu calma, sin embargo, te las arreglarás para crear una cierta calma.
Para ello, sólo tienes que ser consciente de tu respiración, incluso mientras trabajas. La idea es dar una sensación de control disminuyendo la velocidad de la respiración. Por un lado, podrá eliminar algunos de los pensamientos de confusión mientras siente una cierta satisfacción.
El estrés nos agobia cuando nos activamos a un ritmo que está más allá de nuestro propio espectro de actividad, es decir, trabajamos, por ejemplo, más de lo que nuestro cerebro puede manejar para mantener un estado de bienestar. Cuando varios pensamientos nos invaden simultáneamente, creamos un estrés psíquico que hace que el trabajo sea ineficaz.
Por lo tanto, siempre es aconsejable estar activo en una sola tarea a la vez. Además de garantizar una mayor eficiencia, puede dar lugar a un estado de bienestar llamado flujo, que corresponde a una actividad realizada intensamente y que cuenta con los recursos psíquicos para llevarla a cabo.
Cuando respiras profunda y lentamente, te vuelves a conectar con tu ritmo biológico. Vuelves a estar en sintonía contigo mismo, lo cual es una de las claves de la productividad. Eliminando la confusión mediante esta técnica, tomarás las decisiones correctas y ya no te verás desgarrado entre los pensamientos confusos que siembran el caos en tu vida.