En esencia, se podría decir que hay dos tipos de personas: las que mejoran con la edad y las que empeoran con el paso del tiempo. ¿Cómo se explica esta diferencia? ¿Por qué mejoran mientras otros van cuesta abajo?
Aunque la naturaleza te haya mimado, si ha sido generosa contigo, al final sigue dependiendo de ti hacer crecer este capital. De lo contrario, sería como si fueras el heredero de una familia rica y dilapidaras el patrimonio que te han legado, ya sea por negligencia, irresponsabilidad o falta de virtud. Por haber nacido con atributos que te dan ventaja (belleza, inteligencia, extracción social, etc.), no eres inmune a envejecer mal como la más innoble de las piquetas.
Por tanto, lo esencial para no acabar como el vino más infame en el ocaso de la vida es cultivar la integridad, es decir, tener un código moral y, mejor aún, buscar la virtud.
Los mejores vinos no son buenos jóvenes
No se le habrá escapado que los vinos que mejor envejecen no deben beberse a una edad temprana. Si persiste en hacerlo, descubrirá que el vino no es bebible. Sin embargo, reúne todas las condiciones de una excelente añada, por lo que sólo hay que esperar para beberlo.
Lo más importante no es dónde empiezas, sino hacia dónde vas
No es tu nacimiento lo que define tu carácter, sino el afán con el que trabajas para pulirlo.
¿Cómo se mejora con el tiempo?
Si no es fácil saber qué camino tomar para envejecer bien como el buen vino, es porque tendemos a querer tomar atajos. La búsqueda de ganancias a corto plazo siempre nos expone a retrocesos a largo plazo. Si quieres tener una buena imagen en mente, piensa en las jardineras de mango. Privan deliberadamente a su planta de frutos en los primeros años (arrancando los botones florales) para que el árbol crezca alto y fuerte (porque guarda su savia) y pueda dar buenos frutos en grandes cantidades diez años después. Esperar no es fácil, en parte porque nos falta visión y claridad sobre las posibilidades.
La necesidad de adherirse a una escuela de pensamiento exigente
La naturaleza aborrece el vacío, y si no eliges una filosofía de vida exigente, la vida te asignará una filosofía, y además, sin que lo sepas. Sin una dirección que seguir, caerás de forma natural en las trampas que te tiende la vida moderna: el nihilismo, el consumismo, el odio a uno mismo y el hedonismo son sólo algunos ejemplos. Por eso, elegir una filosofía de vida es un asunto serio, tener valores y atenerse a ellos no es algo que deba tomarse a la ligera.
La necesidad de experimentar antes de elegir
Antes de comprar un coche, hay que conducirlo. Antes de adoptar una filosofía de vida, hay que probarla. La práctica hace la perfección. Es filosofando como te conviertes en filósofo, no importa si cambias de camino y abandonas ciertas ideas, las mismas que te han llevado hasta ahora.
Los valores se manifiestan de tres maneras
El pensamiento
Antes de construir tus valores, debes reflexionar sobre las ideas que te hayan transmitido tus padres o que descubras en tus lecturas. Esencialmente, una filosofía de vida debería aportarnos felicidad. Los valores que elegimos nos permiten soportar mejor los tormentos de la vida al tiempo que encuentran una manifestación en su encarnación.
La reflexión sobre el origen de la felicidad es uno de los motores esenciales de un enfoque filosófico.
Discurso
Nuestro discurso debe reflejar nuestros pensamientos. Hablar bien también puede ser una señal de que nuestras ideas están estructuradas, pero la fuerza de nuestro discurso sólo puede medirse por nuestras acciones.
Acción
Al final, la acción es sólo el verdadero indicador de nuestra coherencia con nuestros pensamientos. Es la acción la que muestra quiénes somos realmente. Los más bellos discursos no pueden hacer nada al respecto.
La nobleza de un pensamiento siempre se manifiesta en una acción igualmente bella. A la inversa, un acto despreciable es sólo el reflejo de un pensamiento igualmente despreciable.
El termómetro: revisa y medita con frecuencia tus acciones para medir la naturaleza de tu corazón y la coherencia con tus ideas
Elige a tus amigos como elegirías una buena botella de vino
A menudo se dice que nuestros amigos son un reflejo de lo que somos. Aparte de eso, nuestros amigos son a menudo el resultado de nuestras decisiones. ¿Qué significa elegir a tus amigos como eliges un buen vino?
Significa que no elegimos a alguien basándonos en la gratificación instantánea, como hacemos cuando compramos una botella de vino malo que hay que beber rápidamente. Los vinos malos no envejecen bien, por lo que deben beberse rápidamente. Lo mismo ocurre con las amistades. Los amigos de fiesta, los amigos que sólo comparten buenos momentos, no son amigos de verdad, o al menos son amigos de poco valor.
Un verdadero amigo aguanta los momentos difíciles con nosotros, resiste la prueba del tiempo. Después de estos momentos pasados con nosotros, la amistad se fortalece. Lo mismo ocurre con el buen vino, al que hay que esperar para degustarlo.
El único criterio para una amistad como el buen vino es la prueba del tiempo.
¿Cómo podemos aprender a ser como el buen vino?
Valores
Como hemos visto, para ser mejor cada día, necesitas tener una dirección, la de los valores que has elegido. Definir una trayectoria, un conjunto de valores, es lo primero que hay que hacer.
Esfuerzos
La segunda cosa importante es hacer el esfuerzo diario de encarnar los valores que dices tener.
Paciencia y confianza
Por último, hay que tener paciencia porque se confía en las semillas que se han plantado. Un bodeguero no se apresurará a abrir una botella si sabe que es una gran añada y que necesita tiempo para dar lo mejor de sí. También sabe que ha dado lo mejor de sí mismo, todo lo que le correspondía (cortar las viñas, seleccionar los sarmientos, eliminar las uvas malas, elegir el suelo adecuado, ajustar el riego, vendimiar en el momento ideal, etc.), ha dado el 100% del 50%, el resto depende de la Providencia, sin embargo está seguro porque ha reunido todas las condiciones para que el vino se convierta en un néctar exquisito. La naturaleza humana es la misma, los mejores se revelan con el tiempo, todo el trabajo que han hecho en silencio y con sudor aflorará tarde o temprano. Los que han tomado atajos acabarán siendo descubiertos.