El tiempo es uno de los elementos esenciales del tríptico de la productividad: tiempo, energía y concentración. Levantarse más temprano significa ahorrar tiempo, por lo que puede aumentar tu productividad, pero ten cuidado de no descuidar los otros dos elementos de este tríptico.
1. Acuéstese más temprano la noche anterior
No hay ningún secreto, el cuerpo necesita dormir entre 7 y 8 horas por noche (más o menos para una parte menor de la población). Para mantener este número de horas al día y seguir madrugando, es necesario, por supuesto, adquirir el hábito de irse a dormir antes de una determinada hora preestablecida.
2. No dejes lugar a dudas
Lo que nos impide crear un nuevo hábito es, a menudo, que dejamos espacio para la duda y nos decimos que ya lo decidiremos cuando llegue el momento (en este caso de levantarnos cuando suene el despertador). Esta es una estrategia muy mala. Crea la incertidumbre de que nuestra procrastinación o falta de motivación se impongan. Para evitarlo, simplemente hay que eliminar la opción de no levantarse a una hora determinada. La idea es que madrugar se convierta en una obligación del mismo modo que lavarse los dientes o comer.
3. Hacer micro-siestas
Las micro-siestas son muy útiles, especialmente si tus noches son más cortas de lo normal. Para seguir levantándose muy temprano, pero seguir teniendo un sueño nocturno inferior a la media, hay que programar el sueño diurno. Sin esto, te derrumbarás por la fatiga al cabo de unas semanas. Para poder poner en práctica estas micro-siestas, hay que estar en un entorno de trabajo que lo permita. Así que no es posible para todo el mundo, pero se está convirtiendo en una práctica cada vez más aceptada, por lo que puedes hablar con tus superiores al respecto para que sepan que te ausentas por este motivo (tiene un efecto de aumento de la productividad, que puedes alegar ;)). Por otro lado, las micro-siestas pueden formar parte de ciclos de sueño polifásicos (hombre solo, ubérrimo, etc.) en los que se pueden hacer más siestas al día para compensar las noches excesivamente cortas (3 o 4 horas).
4. Date una gratificación instantánea cuando te levantes
Para que un hábito se repita, necesita una recompensa. Depende de ti pensar en una recompensa que se corresponda con el esfuerzo que has hecho para levantarte temprano. De lo contrario, corre el riesgo de desanimarse. Puedes ser muy imaginativo, puede ser una comida o una bebida que te guste, puede ser un sistema de puntos que hayas establecido y que te dé un impulso de estimulación, o puede ser enviar un mensaje a un amigo que te dé una sensación de orgullo por haber logrado esa pequeña hazaña diaria.
5. Establezca un ritual
Levantarse puede formar parte de un largo ritual matutino que puedes diseñar desde cero. Puede ser una comida o un simple tentempié, además de ejercicios físicos, espirituales o creativos. La idea es que madrugar coincida con una secuencia de buenas acciones que te den un impulso para el día. Para no perderse este ritual, tendrá que estar dispuesto a levantarse temprano.
6. Crear un grupo de autoayuda y de control
La presión social puede ser una importante palanca psicológica. Si se forma un pequeño grupo de apoyo, tanto para motivarse como para controlarse mutuamente, es mucho menos probable que se pierda este hábito diario. De hecho, el miedo a la decepción (y la posible exclusión posterior del grupo) puede actuar como un verdadero estímulo en la realización de un hábito.
7. Encontrar una motivación suficientemente fuerte para hacerlo
Sin una fuerte motivación, no puede haber una verdadera acción significativa. Levantarse temprano requiere un esfuerzo, si no está correlacionado con un deseo profundo, hay pocas posibilidades de que el hábito se arraigue. Para ello, hay que determinar la razón subyacente para levantarse más temprano. Esta razón debe ser existencial si se puede. No debe ser demasiado vago, sino claro y preciso. He aquí algunos ejemplos:
Liberar tiempo para un proyecto de creación de empresa (libertad e independencia financiera).
Hacer deporte para ser atlético (para mantener la buena salud, la autoestima y el deseo de agradar)
Dedicarse a una práctica espiritual (para tener las ideas claras y vivir en coherencia con la filosofía de vida que has elegido).
etc.).
8. Cambia tu identidad
Cambiar los hábitos significa cambiar las acciones y las creencias y, en última instancia, transformar la propia identidad. Para ser un madrugador, debes creer que eres un madrugador. Esta creencia debe estar respaldada por hechos. Cuanto más repita estas acciones, más reforzará esta creencia y más temprano se levantará de nuevo. Esto crea un círculo virtuoso que se autoperpetúa. El inicio de esta creencia comienza con tus acciones.
9. Poner el despertador en el otro extremo de la habitación
Es más probable que no te levantes si el despertador está al alcance de tu mano. Para crear la necesidad ineludible de levantarse, debes poner tu teléfono (/ despertador) en algún lugar de tu habitación que te obligue a levantarte. Por supuesto, puede que te vuelvas a quedar dormido después de tenerlo en tus manos, pero reduces en gran medida las posibilidades de que esto ocurra.
10. Asociar la mañana con un momento altamente productivo
La mañana es un momento especial, sobre todo si te levantas antes que el sol. Hay una energía especial que puedes aprovechar para lo que sea que estés haciendo (trabajo profesional, personal, físico o espiritual). La mañana te da un impulso de energía que puedes aprovechar. Si consigues que la mañana sea un momento altamente productivo, sentirás que has logrado mucho antes de que el día haya comenzado. Es una forma sencilla de ganar confianza y autoestima cada día, dándote un impulso diario que te impulsará durante el resto del día.