Hay dos maneras de vivir: en Dios o sólo por Dios.
Todos vivimos por Dios que gobierna las leyes del cosmos. Sin embargo, somos pocos los que vivimos en Dios. Nuestra atención se desvía a menudo hacia entidades más tangibles que, en última instancia, consiguen dirigir nuestra existencia en una dirección totalmente diferente.
El desarrollo de nuestra conciencia de Dios tenderá a crear un desapego de las cosas mundanas. A la inversa, estar en las garras de la vida real o simplemente totalmente arraigados en lo concreto nos hace olvidar con demasiada frecuencia nuestra relación con Dios.
La idolatría es un pecado mucho más extendido de lo que pensamos. No es sólo confundir a Dios con una imagen o estatua, es sobre todo tener un software mental que no está puesto en el marco de referencia correcto. Típicamente, es tener pensamientos dominantes que se dirigen hacia algo que no es Dios. Veamos las formas contemporáneas dominantes de idolatría:
Narcisismo: es la adoración de uno mismo, ya sea la adoración de su belleza exterior o de sus cualidades mentales (inteligencia, erudición, etc.). El narcisismo intelectual es a veces el más insidioso, por lo que es más difícil de combatir.
Dar demasiada importancia a la mirada de los demás: es vivir de manera que se complazca a los demás, ya sea por el gusto por la moda, el miedo a decepcionar o la imitación acrítica. No me malinterpreten, es necesario tener un cierto grado de preocupación por la mirada de los demás cuando vivimos en sociedad, en el sentido de que puede ayudarnos a mejorar o a reflexionar. Sin embargo, vivir con miedo al juicio de los demás es una idolatría muy extendida.
El culto al dinero: este es un punto espinoso porque nos concierne a todos en cierta medida. Este culto está muy extendido porque vivimos constantemente con la idea de que nos falta algo. La previsión o anticipación de una amenaza hace que centremos nuestra atención en el dinero y nos olvidemos de que si pensáramos un poco más en Dios, podríamos enfrentarnos más a esos temores.
Miedo a la muerte: El miedo a la muerte es, en definitiva, negar la existencia de Dios y no confiar en él.
Adoración de estrellas de todo tipo: es un fenómeno muy extendido en la red. Es relativamente común a una edad temprana, pero adopta otras formas a medida que uno crece, como la admiración excesiva por un político, un escritor o cualquier persona que sea brillante intelectualmente u oratoriamente.