Deseos naturales, necesarios y fútiles
Al contrario de lo que se piensa, el epicureísmo no es un hedonismo radical. Por el contrario, es una filosofía que se centra en la vida esencialista, es decir, en eliminar lo superfluo para alcanzar la felicidad. Como tal, la felicidad se alcanza cuando ya no se siente la necesidad de buscarla. Si has comido, ya no estás obsesionado con los pensamientos sobre la comida. Así que si eres feliz, ya no buscas de qué está hecha tu felicidad. Esto se llama ataraxia, la ausencia de desorden.
Para vivir felizmente, según Epicuro, hay que satisfacer los deseos naturales y necesarios y descuidar todos los demás. Hay tres categorías de deseos naturales y necesarios:
– las relacionadas con la vida misma: beber, comer (la búsqueda del buen gusto no entra en esta categoría, se considera innecesaria por ser estética) y dormir
– las relacionadas con el bienestar del cuerpo (aochlesia): preservar el cuerpo del frío (estar cerca del fuego) y del mal tiempo (tener un refugio)
– los relacionados con la felicidad (eudaimonia): el deseo de filosofar y el deseo de amistad (philia)
Los demás deseos que no encajan en estas categorías no son esenciales para la felicidad según Epicuro. Estos son los otros tipos de deseo:
– Deseos naturales y no necesarios: el deseo sexual (la gratificación del apetito sexual) y el deseo de belleza (deseo de estética).
Según Epicuro, el deseo de gastarse en la actividad sexual puede sustituirse simplemente por el esfuerzo físico, que se realiza en el deporte o la gimnasia, o la gimnasia (una combinación de desnudez, contemplación y meditación) o la conversación filosófica con un amigo.
El deseo de belleza (como en la lectura de poesía) debe evitarse si va acompañado de una distracción de la verdad. En este sentido, critica los relatos de Homero, que ayudaban a transmitir la mentira mediante historias atractivas y míticas.
Deseos antinaturales e innecesarios: deseos vanos (‘vacíos’ (kenai): sin objeto). Son deseos ilimitados, en oposición a la finitud de la naturaleza. Son deseos de posesión, de gloria o de poder. Cuanto más innecesario es un deseo, más difícil es de satisfacer y más sufrimiento causa, y por tanto no permite la ataraxia, que garantiza la felicidad.