Ser como un muelle
Un muelle extrae su fuerza del hecho de que no siempre está tenso o relajado. Es la alternancia de estos dos estados lo que garantiza su rendimiento óptimo. Lo mismo ocurre con la productividad humana, empezando por el cerebro. Funciona en dos mundos: focalizado y difuso. Cuando trabajas intensamente en un tema, utilizas el mundo focal de tu cerebro. Cuando caminas, haces deporte o te duchas, por ejemplo, estás en modo difuso. Ambos son complementarios. El modo difuso permite que el mundo focal se recargue y viceversa.
Aprende a estar relajado
Si quieres trabajar de forma intensa y tensa, tienes que saber alternarlo con periodos de relajación total. El problema es que la mayoría de las veces no sabemos hacerlo y nos sentimos culpables cuando nos permitimos momentos de relajación. Sin embargo, saber relajarse es esencial para trabajar con eficacia. Al igual que la primavera, la relajación influye en la tensión.
¿Qué actividades pueden ayudarle a relajarse?
Básicamente, hay que dejar de utilizar el cerebro en modo concentración y utilizar más el cuerpo. He aquí algunas actividades que pueden ayudarte a relajarte:
– Meditar
– Dormir
– Nadar
– Tomar el sol
– Correr
– Hablar con los amigos
– Dibujar
– Tocar un instrumento musical
– Coser
– Limpiar la casa
– Lavar los platos
– Comer su comida favorita
– …
Empieza por añadir un hábito relajante cada vez
El arte de no hacer nada
Lo interesante es que, en un principio, el trabajo se consideraba exclusivamente físico. Los intelectuales consideraban el estudio como un pasatiempo. Hoy es al revés, una gran parte de los trabajos en el mundo desarrollado son más cerebrales. Al final del día, la gente corre al gimnasio, al estudio de danza o al dojo para ejercitar sus cuerpos sedentarios.
¿Qué ocurrirá cuando la IA haga la mayor parte del trabajo?
La IA quitará el trabajo a millones de personas, al tiempo que permitirá ganar en productividad. La humanidad, ahora ociosa, tendrá que mantenerse ocupada como los ciudadanos griegos y romanos, cuyas sociedades dependían de una multitud de esclavos. Los nuevos esclavos son las máquinas y los algoritmos. Se supone que nos liberarán de un tiempo de trabajo que podría utilizarse para trabajar por el avance de la civilización (todos los filósofos y matemáticos griegos poseían esclavos en su mayoría).
La IA obliga a plantearse nuevas cuestiones sobre la productividad
Las IA piensan mejor que los humanos corrientes. Lo que nos hacía productivos ayer ya no nos hará productivos mañana. La razón es sencilla: la IA hará mucho mejor lo que creíamos productivo. Aquí es donde la idea de la relajación y el modo difuso del cerebro puede ser interesante, aunque a primera vista parezca un defecto. Una de las cosas que distingue a la IA de los humanos es que puede funcionar sin interrupción. No existe un límite real a la potencia de cálculo, salvo quizá la infraestructura de hardware (servidores, etc.) necesaria para realizar estos cálculos. Los humanos están en desventaja si tienen que competir con las IA actuales en muchas tareas más o menos creativas e intelectuales.
Sin embargo, lo que nos hace humanos no es realmente nuestra capacidad de producir (a escala de la humanidad, la productividad es un concepto reciente) ni nuestra capacidad de crear (la mayoría de los humanos no muestran una gran capacidad de creación), sino más bien nuestra capacidad de resolver problemas a nivel colectivo y de crear vínculos sociales a nivel individual.
¿Quizás habría que asociar la noción de productividad a la idea de avance civilizatorio? Las máquinas no pueden suplantarnos en este ámbito. Son las herramientas que los humanos han creado, son el producto mismo de nuestra civilización, la herramienta no puede sustituir al artesano. Lo que produce la IA es producto del saber hacer humano.
La productividad de la civilización
Si en el pasado la civilización se definía como los avances en los ámbitos técnico, artístico, filosófico, moral y científico, hoy debe serlo más en el ámbito moral, dado que hemos alcanzado un nivel muy avanzado en el ámbito técnico pero que está muy lejos del nivel de la conciencia humana. Las máquinas son amorales por definición (al menos de momento). Consideran moral lo que encuentran moral los humanos que las programan o los datos en los que se basan. Elevar el nivel de conciencia humana es el principal papel que debe desempeñar nuestra generación. Una sociedad hipertécnica no puede sobrevivir si no es al mismo tiempo hiperconsciente.