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La guerra es cuestión de economía

A menudo se alaban los méritos de los guerreros en el campo de batalla, y algunas de sus hazañas han sido capaces de cambiar las tornas de la guerra y al mismo tiempo de la historia. Sin embargo, esta imagen es de otra época, los guerreros se han convertido en soldados y la fuerza de un ejército reside hoy en la capacidad productiva de los países que lo apoyan.

La facilidad para predecir el resultado de una guerra

En tiempos de Napoleón, el genio táctico podía marcar la diferencia incluso cuando las fuerzas en juego estaban muy en contra del general. Hoy es diferente. A igualdad de capacidades tecnológicas, gana el país que pueda desplegar más tanques, submarinos u ojivas nucleares. Todo el secreto de la guerra reside en el conocimiento real de las capacidades productivas de los beligerantes. Todo el arte de la guerra consiste en ocultar la verdadera fuerza de uno mismo para engañar al enemigo.

La capacidad productiva es el verdadero nervio de la guerra

Una guerra se basa sobre todo en una economía de guerra, industrial y autosuficiente. Los países occidentales, representados por la coalición de la OTAN, parecen a primera vista la primera potencia nuclear. Pero, ¿cuál es la realidad? Gran parte de la producción industrial se ha deslocalizado a China. Algunos de los países de la coalición dependen del comercio internacional para su abastecimiento alimentario (por ejemplo, Inglaterra). ¿Son realmente los favoritos que creemos?

¿Es el bando occidental tan fuerte como cree?

Si estallara una guerra a gran escala, no es seguro que el bando occidental fuera el vencedor. Sobre el papel, Estados Unidos es un gigante económico. ¿Sigue siendo cierto? Su poder industrial se ha visto muy devaluado por las sucesivas políticas de deslocalización. Su PIB está inflado artificialmente. He aquí un ejemplo: la sanidad es excesivamente cara. Se podría decir que cuesta al menos diez veces más de media que en países como China y Rusia. Por el mismo beneficio, el país ingresa 10 veces más PIB en sus cuentas. Otros ejemplos son la enseñanza superior, la penuria del sistema penitenciario (si se nacionalizara, no se contabilizaría en el PIB), etc. Por todas estas razones, se puede pensar que el PIB real es mucho más bajo de lo que es oficialmente. Por otra parte, el poder de Estados Unidos se basa en parte en el papel central que desempeña el dólar en la economía mundial. ¿Qué le ocurrirá al país cuando el dólar pierda su estatus?

La logística, el otro punto central de una guerra

La guerra tiene que ver sin duda con la economía, pero también con la capacidad de proyectar y abastecer unidades en operación. El punto fuerte del bando occidental es sin duda su logística. La experiencia de varios conflictos en Oriente Próximo, las bases repartidas por todos los continentes, un sistema de transporte marítimo de primera clase, etc. dan ventaja a Occidente. Sin embargo, la mejor logística no sirve de nada si no hay una capacidad productiva detrás.

¿Por qué seguimos yendo a la guerra?

La guerra es una respuesta fácil de una nación que tiene el poder. Es la falta de sabiduría y paciencia lo que lleva a los países a recurrir al conflicto armado para servir a sus intereses. Es la misma razón por la que existe el acoso o el chantaje. La fuerza ayuda a conseguir lo que se quiere rápidamente y sin tener en cuenta la vida humana. Puede decirse que existen diferentes niveles de relaciones de poder entre las naciones. Cada uno de ellos tiene una relación diferente con el tiempo y la aceptación de la gente. El tiempo y la aceptación de la población son inversamente proporcionales. He aquí algunos ejemplos:
Guerra (tiempo: corto; aceptación: ninguna/rechazo)
Comercio (tiempo: medio corto; aceptación: baja)
Diplomacia (tiempo: largo; aceptación: media)
Poder blando cultural y lingüístico (tiempo: muy largo; aceptación: alta)

Para ilustrar esta idea, basta pensar que un pueblo estará más inclinado a aceptar la voluntad de una potencia extranjera si ha estado cultural y lingüísticamente inmerso en su cultura. Esto explica la influencia que las antiguas potencias coloniales siguen teniendo en los países que colonizaron. Del mismo modo, un acuerdo comercial entre dos países no basta para que la población valide las opciones políticas de un país extranjero. La guerra consiste en ganar territorio, pero no en ganar corazones. Ganarse el corazón de la gente es la verdadera forma de triunfar, lleva tiempo, pero espero que los poderes del mañana se dediquen más a seducir que a oprimir.

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