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El coste de la infelicidad

Nuestras sociedades deberían interesarse más por la felicidad de las personas, no sólo porque sería beneficioso desde el punto de vista económico, sino sencillamente porque sin felicidad no hay voluntad real de crear vínculos sociales.
La exigencia de rendimiento económico nos hace olvidar que vivir no es sólo acumular capital o encontrar la manera de gastar mejor el dinero. Al buscar demasiado fuera de nosotros las fuentes de nuestro bienestar, acabamos agotándonos y drenando nuestra sangre vital.

Con la esperanza de que nos toque la lotería, nos perdemos cada día más. El espejismo que perseguimos nos desvía de la verdadera búsqueda, la que nos aportaría una felicidad inmediata y duradera.
Sin embargo, la infelicidad es realmente necesaria en nuestro mundo comercial. Si todo el mundo fuera feliz, no habría necesidad de comprar productos que nos hagan olvidar nuestra desesperación. Cuando compramos, nos damos una bocanada de aire en un mundo intoxicado, un chute que nos aporta euforia por un momento porque desaparecerá en cuanto lleguemos a casa.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Si no hay un cambio inmediato a la vista ya que todos nos hemos apegado tanto a este juego de consumo que esta situación parece un mal menor ante una alternativa aparentemente inexistente. ¿Realmente no hay nada que podamos hacer? Si, por supuesto, surgen corrientes de pensamiento, como el minimalismo o el decrecimiento, quizá la solución esté en otra parte. ¿Podemos realmente dejar de desear objetos y servicios en un entorno en el que todo nos empuja a hacerlo?
Una respuesta sencilla es que sí, este es el comienzo de cualquier cambio masivo, hay una minoría activa que gradualmente influye en una mayoría más pasiva. El placer también se puede aprender cuando uno se deleita en nada o en tener poco. Afirmar que se es minimalista es una fuerte marca de identidad que en sí misma se convierte en una forma de vida.
Vivir de forma frugal o anticonsumista puede ser un primer paso hacia la desaparición del malestar. Si no consumir no es en sí mismo una práctica terapéutica, nos permite poner el dedo en la llaga evitando el malestar de la depresión o cualquier otro dolor mental.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Vivimos para consumir porque nuestro modelo económico se basa en el consumo. Somos buenos soldados del sistema si consumimos, incluso en exceso.

Capitalismo y cáncer

¿Qué es el cáncer? Es el desarrollo exacerbado e incontrolado de células cancerosas en un espacio cerrado (nuestro organismo) y que superan en número a las llamadas células normales. ¿Te suena esto? El capitalismo es un sistema que pretende crecer infinitamente en un ecosistema cerrado que comúnmente llamamos la tierra.
Al igual que una célula cancerosa se extiende para erradicar las células normales, el capitalismo se extiende y devasta las culturas tradicionales preexistentes que no se basaban en la noción de beneficio.

El capitalismo no puede crecer sin las personas

El capitalismo cree porque aprovecha lo mejor de nosotros: nuestros valores, nuestra ética del trabajo, nuestro sentido del deber, nuestra preocupación por la comunidad, nuestra solidaridad, nuestra espiritualidad, etc. El capitalismo ha podido prosperar porque ha sabido aprovechar los valores milenarios de las tradiciones religiosas y familiares. ¿Por qué crees que los jefes quieren que pienses en la empresa como una familia? Bueno, es simplemente para que puedas proyectar tu sentido del honor, del sacrificio, de la abnegación, todas esas cosas bonitas que normalmente dedicas a tu familia. Si vieras la empresa como es, es decir, una estructura legal diseñada para generar beneficios, no te darías tanto.
No nos engañemos, no es sólo el cuerpo el que se doblega bajo el peso del trabajo, es también el espíritu, el alma que puede ser aniquilada en esta máquina.

La infelicidad proviene del papel que uno desempeña

Lo que reduce al individuo es la huida de sí mismo cuando intenta desesperadamente convertirse en otro. El mundo económico nos hace creer que no somos lo suficientemente buenos, que es mucho mejor encarnar valores de dominación, de agresividad, porque al fin y al cabo la maquinaria económica espera convertirnos en faros, garantes del sistema.
Al aspirar a convertirnos en otra persona, acabamos cultivando el odio a nosotros mismos. Y cuando nos embarcamos en este viaje, emprendemos un vuelo interminable. Coleccionas artefactos, accesorios, cultivas el habitus de la clase a la que aspiras. Todo esto son pálidos consuelos para la vida que podríamos tener si simplemente viviéramos la vida que estamos destinados a vivir, que es expresar todo nuestro potencial.

Ya estás completo

Elige, si puedes, una profesión que te permita no negar quién eres. Eres bella como eres, por supuesto que puedes emprender la mejora de tu persona para sublimarla a la manera del cantero que magnifica el brillo de una joya. Ve a buscar en tu interior, tu belleza es como un manantial del que debes sacar.

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