Si existiera un libro equivalente al Arte de la Guerra de Sun Tzu para el País del Sol Naciente, sería el que vamos a tratar hoy: el Libro de los 5 Anillos de Miyamoto Musashi (también llamado el Libro de las 5 Ruedas). Mucho más que un libro de estrategia militar, es una obra filosófica que nos permite resolver los dilemas de la vida y pensar profundamente en ella.
¿Quién era Musashi?
Fue un samurái que vivió entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Su vida es notable porque se dice que Musashi ganó más de 60 duelos. Tras salir con vida de una batalla perdida por su lado (la batalla de Sekigahara), comenzó a llevar una vida de vagabundo, de ronin en definitiva. Durante sus andanzas, se encuentra con nobles hostiles que no dudan en retarle a un duelo, que gana uno a uno.
Más que un hombre que dominaba el uso de la espada, Musashi también se reveló como una especie de monje ascético. De hecho, los últimos años de su vida los pasó escribiendo y filosofando sobre las razones de su éxito marcial y el sentido de la vida. Acabó escribiendo el tratado de los 5 anillos, que es un clásico de la literatura japonesa. Sirviendo de guía para empresarios y buscadores de sentido, arroja luz sobre el concepto de acción irreflexiva y mucho más. El libro tiene una influencia budista zen y sintoísta, lo cual es de esperar. El autor vivió en una época en la que estas corrientes de pensamiento espiritual (animista para el sintoísmo) estaban en boga. Estaba impregnado de ellos, como todos los japoneses de su generación, hasta tiempos recientes.
El libro, como su nombre indica, está estructurado en torno a 5 capítulos presentados en forma de elemento que retoman (y modifican ligeramente) la teoría de los elementos presente en el pensamiento taoísta. Cada una de ellas aborda una dimensión de la vida y del conflicto: desde la más superficial hasta la más profunda. Veamos con más detalle cuáles son:
La tierra: enraizarse en el suelo para encontrar el verdadero camino
→ Introducción a las artes marciales, las tácticas y el entrenamiento
Comienza recordándonos que el camino marcial es un camino como cualquier otro. Al igual que existe la vía búdica para encontrar la iluminación (o la vía confuciana para reformar a los hombres mediante el estudio), la vía marcial, que él llama la vía de la estrategia, consiste en sobresalir en todas las circunstancias. Cuando se sigue el camino de la estrategia, se puede aplicar a otras dimensiones de la vida y no sólo a lo militar. Debes dominar y conocer los ritmos del camino de la estrategia. En todo hay un ritmo que debes identificar como solidario o que te lleva a la decadencia. Conocer los ritmos requiere mucha práctica. Esto está relacionado con los ciclos de la naturaleza, la vida, etc. El que está en sintonía con los ritmos ambientales prospera, mientras que el que ignora los ritmos está condenado.
Concluye este capítulo con 10 reglas a seguir en la vida diaria:
– No tengas pensamientos perversos
– Forjarse en el camino practicando uno mismo (no por intelectualización): la importancia de la formación
– Abraza todas las artes y no te limites a una sola
– Saber distinguir las ventajas e inconvenientes de cada cosa.
– Conocer el camino en cada profesión
– En todo, acostúmbrese a un juicio intuitivo
– Conoce por instinto lo que no puedes ver
– No hagas nada innecesario
Agua: perfecciona tus habilidades individuales
→ Técnicas básicas y principios fundamentales
El camino de la estrategia implica cultivar una mentalidad que es la misma tanto en la vida cotidiana como en el campo de batalla. Hay que cultivar una especie de intensidad y desapego al mismo tiempo. Debes comportarte en todas las circunstancias sin excesiva tensión o relajación. En todo momento tu mente debe estar tranquila y decidida. Si tu cuerpo está tranquilo, no relajes tu mente y viceversa. Aunque en la superficie parezcas insignificante o temeroso, en tu interior debes estar totalmente resuelto. No dejes que tus enemigos adivinen tu estado de ánimo.
Fuego: lleva la lucha a tus enemigos sin miedo
→ Tácticas para los duelos y en el campo de batalla
Se trata de desarrollar la atención cuidadosa del ratón mientras se tiene el coraje excepcional del toro. Debes forjarte en el camino practicándolo noche y día.
Para vencer a un enemigo, hay que vencer su mente. Si lo has derrotado sólo superficialmente, a través de la técnica, resurgirá de las cenizas como un fénix.
En una pelea, no debes dar a tu oponente la oportunidad de entrar en razón. Debes percibir sus acciones cuando aún están en fase de germen en su mente para detener el ataque antes de que haya comenzado. Debes convertirte en el adversario y adoptar su punto de vista, sentir lo que él siente. A cambio, debes “contaminar” la mente de tu oponente para obtener una ventaja. Si luchas con una mente vacía, tus oponentes no tendrán ningún control sobre ti, por mucho que quieran hacerte daño. Sé lento e indeciso al principio para poder sorprenderles con un cambio de ritmo que no esperan.
Viento: estudia los métodos de tus competidores
→ Criticar las formas tradicionales de aprendizaje.
Se trata de un estudio crítico de las escuelas de espada que se impartían en su época.
El vacío: cultivar el estado de ánimo adecuado
→ El ideal del samurái
Musashi termina su obra con una referencia al elemento del vacío. Un esgrimista se convirtió en un maestro principalmente porque fue capaz de cultivar una “mente vacía”. La idea es haber trabajado y repetido tanto las técnicas que se vuelvan intuitivas, de modo que uno ya no necesite pensar en ellas para realizarlas. Aquí es el estado de ánimo el que hay que trabajar teniendo un enfoque zen en cierto modo. El vacío se acerca a la idea de “no pensar” presente en el Zen. El guerrero que aborda una situación desligado de todo pensamiento puede dar rienda suelta a su espontaneidad y a su capacidad intuitiva de reacción.
El manifiesto de Miyamoto Musashi, el Dokkōdō, el camino de la soledad:
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Acepta todo exactamente de la manera que es. Jamás actuaré contrariamente a la moral tradicional. No contravenir la Vía inmutable a través de los tiempos.
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No busques el placer por su propio bien. Evitar buscar los placeres del cuerpo. Nunca intentaré aprovechar ningún momento de facilidad.
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Bajo ninguna circunstancia, no dependas de un sentimiento parcial. No tengo parcialidad por nadie ni nada. Ser imparcial en todo. No dejarse arrastrar de la avidez en toda la vida.
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Piensa ligeramente en ti y profundamente en el mundo. Pienso poco en mí mismo, pero mucho en la colectividad. No preocuparse por los asuntos egoístas.
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Mantente separado del deseo a lo largo de toda tu vida. Estoy libre de codicia a través de mi vida. No estar celoso jamás de los demás, ni en bien ni en mal.
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No te arrepientas de lo que has hecho. Nunca lamento lo que he hecho. No tener rencor o animosidad hacia sí o hacia los demás.
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Nunca seas celoso. De ningún modo envidio a otros por su buena suerte, o me quejo de la mía si es mala. No tener ningún deseo de querer.
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Nunca te entristezcas por una separación. Nunca me aflijo por la separación de alguien o de algo, en ningún momento. No estar triste por ningún tipo de separaciones.
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El resentimiento y las quejas no son adecuadas ni hacia ti mismo ni hacia otros. Nunca reprocho nada a mí mismo o a otros, nunca me quejo sobre mí mismo o sobre los demás
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Nunca permitas que te guíe la lujuria o el amor. Nunca sueño en sucumbir bajo el enamoramiento (o apasionamiento) por una mujer. No ser jamás cobarde por culpa del cuerpo.
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No tengas preferencias en ninguna cosa. Gustos y aversiones, no tengo ninguno. No buscar jamás el bienestar personal.
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Sé indiferente hacia en donde vives. Sea como fuere el lugar donde vivo, jamás tendré ninguna objeción en su contra.
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No persigas el probar buena comida. Nunca deseo comida refinada para mí. No buscar los platos más refinados para contentar el cuerpo.
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No te aferres a posesiones que ya no necesites. Nunca tengo objetos antiguos ni curiosos bajo mi posesión. No rodearse de ninguna cosa preciada en toda la vida.
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No actúes siguiendo costumbres o creencias. Jamás realizó purificaciones o abstinencias supersticiosas para protegerme contra las malas influencias.
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No colecciones armas o practiques con ellas más allá de lo útil. No tengo gusto por implementos de ninguna clase, exceptuando espadas y otras armas. No ser tentado por ningún objeto a pesar de las armas.
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No temas a la muerte. Jamás resentiré de mi vida encausada hacia la rectitud. Consagrarse enteramente a la Vía sin temor, hasta la muerte. Aunque el cuerpo sea viejo, no tener deseos de la muerte.
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No busques poseer bienes o feudos en tu vejez. En absoluto deseo tener ninguna posesión que me otorgue comodidad en mi vejez.
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Respeta a Buda y los dioses sin contar con su ayuda. Venero a Dioses y Buddhas, pero nunca pienso depender en ellos.
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Puedes abandonar tu cuerpo pero debes perseverar en el honor. Más pronto prefiero dar mi vida que deshonrar mi buen nombre. La espada no se desenvaina a la ligera.
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Nunca te apartes del Camino. No abandonar nunca la Vía de la táctica. Nunca, ni por un momento, ni en cuerpo ni alma, me apartaré de la Vía del Sable.