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#Cultivar una buena identidad #Los deberes son la libertad #Qué mal se hace #Si no puedes ver a Dios, no pasa nada

Cuida tu identidad

Heredamos una identidad como un pasaporte o las creencias de nuestros padres. También construimos una identidad, que evoluciona con el tiempo, a medida que conocemos gente nueva y leemos cosas nuevas. A veces acabamos parándonos a pensar en esta identidad y se crea una zona gris desde la que nos cuesta definirnos.

La importancia de la identidad

La identidad no es sólo una etiqueta que nos pegamos en la frente, es un marco y un combustible que nos guía en nuestras elecciones. La identidad nos ayuda a tomar buenas decisiones sin tener que pensar, es como los axiomas en matemáticas, no necesitamos volver a demostrarlos. Estamos obligados a tener ciertas certezas si queremos avanzar, es como en las matemáticas, si no, no podemos demostrar nada, no podemos hacer nada. Aunque la identidad es rígida hasta cierto punto, no siempre ha sido así. Es como el robusto roble, en su juventud es sólo un brote joven, flexible y frágil al mismo tiempo. Con el paso del tiempo se ha fortalecido y ha decidido crecer en una dirección y, por lo tanto, descuidando otras direcciones en las que podría haber crecido, ha hecho una elección.

El marco da libertad

La libertad no es la ausencia de restricciones. Sin límites, no hay moral, no hay humanidad. El límite nos ofrece un punto de referencia que nos ayuda a disciplinarnos, y es de la disciplina de donde nace la libertad. Quien no es dueño de sí mismo es esclavo de sus pasiones. Vivir sin un marco nos expone a una vida invadida por pasiones incontrolables que nos empujan en todas direcciones como una balsa a la deriva y sujeta a los elementos. La estructura es la deriva, el timón y la vela. Estos tres elementos nos permiten fijar un rumbo y mantenerlo.

La identidad requiere tiempo

No tienes que estar definido al 100% por una identidad. Siempre es bueno cultivar una cierta flexibilidad, ya que no se está seguro de todo. Sin embargo, a medida que crecemos, la experiencia y la sabiduría que conlleva deberían dejarnos pocas dudas sobre lo que es bueno o malo para nosotros y para los demás. Es bueno haber adquirido gradualmente la sabiduría a través de la reflexión, la lectura y la prueba. Cuando uno se ha quemado con el fuego, naturalmente ha comprendido que es bueno mantenerse alejado de él.

El poder de lo prohibido

Lo prohibido está omnipresente en la sociedad; quizá sea incluso lo que nos diferencia del reino animal. Los mitos, ya sean griegos o judeocristianos, se basan en la noción de lo prohibido. El mundo cultural se basa esencialmente en los tabúes. Así, podemos aprender más rápidamente a tomar las decisiones correctas al heredar las prohibiciones que se nos han transmitido, y al mismo tiempo tener la sabiduría de probar las cosas por nosotros mismos cuando surgen las dudas.

¿Cómo nos convertimos en una mala persona?

Todos nacemos con polvo divino en el corazón, y luego nuestras elecciones hacen que a veces conservemos, y a veces perdamos, este capital luminoso. Esencialmente, nos convertimos en una mala persona como resultado de las malas acciones que hemos aprendido durante demasiado tiempo. El karma es el resultado de todas estas acciones. Si no tenemos cuidado, sólo actuamos por egoísmo o vanidad y podemos hacer que nuestro karma vaya por mal camino. En esencia, lo que puede inclinar la balanza hacia el otro lado es vigilar constantemente las propias intenciones, estar atento a la calidad moral de las personas con las que uno se asocia demasiado estrechamente y aprender de los errores cometidos para no repetirlos.

Dios te ofrece regalos pero es tu sabiduría la que te permitirá verlos y abrirlos

Los peligros de nuestro camino son otros tantos enigmas dejados por la providencia para ser resueltos. Todo el trabajo espiritual consiste en dar sentido a lo que aparentemente no lo tiene. Saber ver más allá de lo que parece ser sólo una desgracia requiere un gran esfuerzo anímico. Para entrenarse en la superación de las pruebas, es necesario ver la marca de Dios en cada momento y actuar como si todo lo que sucede pudiera ser superado por la fe. No sólo en las grandes pruebas uno demuestra su verdadera valía: para correr bien un maratón hay que haber conseguido correr cientos de veces distancias más cortas. Un boxeador que sube al ring se ha enfrentado antes a decenas de sparrings, pero no tendrá tanta intensidad y estrés como en un combate real.

Si no ves a Dios, es normal

Dios se ve con el corazón

Algunas personas sólo creen en lo que ven. También es una tontería decir que sólo creemos lo que podemos ver con nuestros oídos. En realidad, tenemos más de 5 sentidos. Hay facultades sensoriales, las que son fruto de la percepción de nuestro cuerpo físico, pero también hay las que son fruto de nuestro cuerpo espiritual. Nuestro corazón nos permite percibir lo invisible, lo inaudible, lo intocable, etc. Para ver, debemos abrir los ojos, para sentir la presencia divina, debemos entrenar nuestro corazón. No es con el corazón cerrado como se puede entrar en contacto con Dios. Por el contrario, para hacerlo hay que dejar de lado el intelecto y todos los estímulos sensoriales por un momento. Dios sólo se ve a través del corazón y en ninguna otra parte. Así que, por supuesto, la belleza puede ser un despertar a la búsqueda de Dios: una puesta de sol brillante puede hacer que queramos mirar más allá. Sin embargo, el encuentro con Dios se hace con un corazón puro, es decir, un corazón que no se ha dejado contaminar por la amargura ni agitado por sus pasiones ni cerrado a las bondades del mundo.

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