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¿Cómo se autogenera?

 

Todos nacemos una vez, pero ¿cuántos de nosotros conseguimos nacer una segunda vez? ¿Qué significa nacer por segunda vez? Es simplemente encontrar el camino del despertar, es decir, volver a ver la luz, esta vez de forma metafísica.

El primer nacimiento

Cuando nacemos, no hemos pedido nada a nadie, al menos conscientemente. Nuestra venida a la tierra está motivada, sin duda, por una necesidad, la de expiar nuestro karma o algo más, según pertenezcamos a una u otra tradición espiritual. La vida que nos ha tocado es elegida por nuestros padres, y con ellos iniciamos un camino de vida en sociedad: aprender a hablar, a respetar a los demás, en fin, todo lo necesario para nuestra realización aquí abajo. ¿Y nuestro florecimiento con el mundo de lo sutil y lo impalpable?

Cuando llegamos a la tierra, algunos tenemos la tentación de ir más allá y deseamos establecer conexiones etéricas con ángeles o seres más puros. Para lograr esa conexión, debemos someternos a un proceso de purificación para ver otra luz, aún más deslumbrante que la del día en que nacimos.

El segundo nacimiento

El segundo nacimiento es muy parecido al primero: no estamos solos, necesitamos personas que nos guíen y necesitamos entrar en una fase de gestación.

La necesidad de encontrar maestros

Al igual que todos tenemos una madre y un padre biológicos, el segundo nacimiento requiere que busquemos a nuestro padre espiritual. Podemos empezar leyendo libros inspiradores y escuchando conferencias online para empezar a educar nuestra mente. Luego, si tenemos la oportunidad, podemos intentar ponernos en contacto con alguien más avanzado en el campo espiritual que pueda mostrarnos el camino. Esta es una fase difícil porque hay muchos charlatanes que se hacen pasar por lo que no son para sacar dinero o aprovecharse de ti. Esté atento si descubre que el dinero es una parte importante de su relación con esta persona o si se siente incómodo en su trato.

Nacer por segunda vez

No todos aspiramos a nacer por segunda vez, ya que a menudo estamos ocupados con tareas mundanas. Sin embargo, el verdadero sentido de nuestra venida a la tierra es hacernos progresar en el camino espiritual, por lo que nuestro ser inconsciente se dirige hacia ello aunque en la superficie nuestros pensamientos se dirijan hacia otra cosa.

Nacer un segundo implica haber superado nuestra naturaleza inferior y así todos nuestros pensamientos se dirigen hacia un alto ideal hecho de armonía y compasión. Para alcanzar este nivel de conciencia, hay que hacer esfuerzos diarios, todo ello bajo la mirada benevolente de un entrenador o gurú (guía espiritual), puedes llamarlo como quieras.

Segundo nacimiento, nuevas responsabilidades

Si el primer nacimiento le obligó a socializarse e integrarse perfectamente en el mundo que le vio nacer, el segundo nacimiento es muy diferente. Debes romper con la lógica de tu primer nacimiento para abrazar el solemne compromiso de recrear el paraíso en la tierra. El paraíso en la tierra existe, lo has encontrado, ahora debes educar a los demás para que vean este pedazo de cielo divino que está ahí ante sus ojos.

La tierra es un jardín que sólo quiere vivir en armonía

Varias tradiciones religiosas dan un significado diferente al mal. Mientras que los monoteísmos lo equiparan con lo opuesto al bien, los cultos orientales lo convierten en un componente por derecho propio (por ejemplo, el taoísmo). Ya sea que nos definamos por una u otra persuasión, podemos estar de acuerdo en que el mal es una experiencia desagradable a menos que se utilice como material para transformarnos.

Las personas iluminadas funcionan como los árboles

El mal existe, pero se puede transformar en dióxido de carbono asimilable si se decide aprender la fotosíntesis. Una persona iluminada no es ni más ni menos que un individuo que ha decidido convertirse en un árbol. En esta configuración, el antaño mortífero dióxido de carbono se convierte en el combustible para su desarrollo. El problema no es tanto el gas o el mal, sino nuestra incapacidad para transformarlo, de ahí la importancia de aprender a nacer por segunda vez.

Si no quieres convertirte en un árbol, tendrás que llevar una máscara de oxígeno toda tu vida

Si aprender la fotosíntesis no es lo tuyo, vas a arriesgarte a vivir con algo que no puedes transformar. Esto puede ser una carga, especialmente si no somos lo suficientemente fuertes. Hay que enfrentarse al mal poco a poco para no sentirse abrumado. Tener una filosofía diferente a la de quienes nos combaten es a menudo la mejor manera de triunfar.

Vivir en la sombra durante unos años

Para poder cambiar, hay que ser capaz de hacer una transformación interior, lo que significa entrar en reclusión, que puede adoptar la forma de un capullo. Aunque no se vea nada por fuera, estás iniciando un cambio que será duradero y que te permitirá ganar altura. Para que esto ocurra, debes aceptar vivir un poco en la sombra: para que haya una evolución, debe haber una involución. Todo lo que se manifiesta en el exterior no es ni más ni menos que la consecuencia de lo que se ha desarrollado en el interior. Para recrear el paraíso en la Tierra, primero hay que haberlo creado en el corazón y en la mente y luego dejar que esta interioridad se exprese.

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