Vivir consiste en explotar todo tu potencial humano. Se trata de subir uno a uno los peldaños de la pirámide de Maslow sin bajar nunca del tercer nivel (el de las necesidades de pertenencia). La supervivencia consiste en limitarse a un nivel fisiológico (beber, comer, refugiarse) o a un nivel de seguridad (protegerse de las amenazas o los enemigos) – respectivamente los niveles 1 y 2 de la pirámide -.
Una persona inscrita en la vida y otra inscrita en la supervivencia tendrán una relación completamente diferente con el mundo. La degradación humana comienza cuando uno se reduce a una relación de supervivencia con el mundo. Las concesiones morales necesarias para mantenerse en la supervivencia son indignas de un defensor de la vida que prefiere morir antes que degradarse al nivel de inhumanidad que ello implica (mentir, traicionar, etc.).
El problema surge cuando uno pasa poco a poco de ser un “superviviente” a ser un “supervivencialista” sin darse cuenta. El hecho de aceptar progresivamente la limitación de lo que constituye la vida (la libertad de todo tipo, etc.) va encogiendo nuestra esfera de acción y acabamos despertando una mañana para descubrir, llenos de consternación, que nos hemos convertido en un roedor, escondiéndonos, viviendo al abrigo de los depredadores.
Esta dolorosa constatación no es una prerrogativa de todos, ya que son muchos los que piensan que viven mientras se han hundido en la supervivencia.
La supervivencia nos remite a nuestra única dimensión de presa en el reino animal. Nos aleja de lo que nos da nobleza, es decir, la benevolencia, la compasión, el servicio a los menos afortunados y la capacidad de hablar libremente sin temer por nuestra vida.
La vida es una exaltación de nuestra potencialidad humana, y sólo en este estado podemos crear o concebir porque sobre todo la vida nos permite soñar. Sin soñar, no hay grandeza. Cuando vivimos con miedo al mundo que nos rodea, renunciamos a nuestra propia humanidad. Para vivir felizmente, debemos vivir. Sobrevivir es sólo mantener nuestro cuerpo vivo, nuestra alma y espíritu ya nos han abandonado.