Cuando estamos en un proceso de desarrollo personal, a menudo tenemos la tentación de buscar la novedad, ese pequeño detalle que marcará la diferencia. Este espíritu inquisitivo es un aliado seguro del progreso, pero también puede ser una distracción de nuestros fundamentos. Sobresalir en un campo supone a menudo dominar una combinación de habilidades que hay que perfeccionar a lo largo de la carrera. Al esforzarnos demasiado por ser nuevos, nos distraemos de lo básico, perdiendo más de lo que podríamos haber ganado al final. Por eso es importante tener siempre presentes los fundamentos.
Tanto en el deporte como en la carrera profesional, el hábito de repasar los fundamentos es un elemento crucial. Sin este enfoque, no se pueden crear nuevas habilidades. Para explorar nuevas tendencias o posibles palancas de mejora, hay que estar seguro de mantener lo que te hizo triunfar antes. Por supuesto, hay que ser capaz de arriesgarse aventurándose en nuevos ámbitos o sectores, pero también hay que saber transponer los puntos fuertes a estas nuevas esferas para aumentar las posibilidades de éxito.
Revisar sus fundamentos significa hacer un esfuerzo por ser claro para tomar decisiones informadas. Si estás dando vueltas tratando de averiguar cómo mejorar, no has hecho suficiente trabajo de clarificación. Reforzar los cimientos permite un crecimiento seguro pero lineal, mientras que explorar nuevos campos o técnicas puede ofrecer ganancias exponenciales, pero es una apuesta mucho más arriesgada. Por eso se acostumbra a aplicar la ley de Pareto dedicando el 80% del tiempo y la energía a cosas conocidas y seguras, y el 20% a nuevas áreas de progreso que pueden resultar beneficiosas, pero que tienen mayor incertidumbre. Dependiendo de su aversión al riesgo, puede variar estas cifras.