Creo que hay un malentendido sobre el bienestar porque hay dos formas.
El falso bienestar
En primer lugar, empecemos por una quimera…
Este “bienestar” es lo que consumimos cada día. Es fácilmente accesible, está a un clic de distancia y requiere poco esfuerzo para obtenerlo. La mayoría de las veces se nos sirve en las pantallas de los smartphones o en forma de comidas grasientas o bebidas azucaradas. Se llama “bienestar dopaminérgico”. Lo entrecomillo porque no beneficia en nada a nuestra salud ni a nuestro espíritu. Nos degrada y no nos permite recargar las pilas. Es imposible no consumirla todos los días. En pequeñas dosis, es inofensivo y, como se suele decir, la perfección no es de este mundo.
Bienestar fácil
Es en el que todo el mundo piensa: esa sesión de yoga, esa excursión a la montaña, esa sesión de spa, esa pequeña siesta antes de volver al trabajo o esa tumbada como recompensa a una semana dura. Este tipo de bienestar ya es más difícil porque requiere organización y, la mayoría de las veces, abrir la cartera.
Bienestar sostenible
Es extremadamente difícil y es el resultado de un gran esfuerzo, a menudo durante un periodo de tiempo muy largo. Puede materializarse como la serenidad del campeón tras haber recibido el Grial, que se simboliza con una copa o una medalla. Dicho esto, el bienestar sostenible no suele adoptar una forma concreta. Es simplemente el resultado de una profunda transformación interior. Al dedicar una enorme cantidad de trabajo a un único objetivo, la persona ha conseguido cambiar las células de su cuerpo y la forma en que está conectado su cerebro. Por supuesto, esto lleva tiempo y por eso pocas personas consiguen encontrarse en un estado permanente de bienestar. Este estado correspondería a lo que se puede llamar el nivel de maestría descrito en el libro “Mastery” de Robert Greene. Es el punto en el que nuestro inconsciente está tan impregnado de lo que hacemos que actuamos por intuición. El dominio en un área nos proporciona tal satisfacción que tiene un efecto beneficioso en otros aspectos de nuestra vida, incluido nuestro bienestar, que está íntimamente ligado a nuestra autoestima y a nuestro sentido de la contribución (a una comunidad o a la sociedad en general).
¿Cuáles son los ingredientes para alcanzar la maestría?
En primer lugar, según Robert Greene, hay una fase de observación en la que uno asimila pasivamente los elementos del campo que desea dominar. Esta fase puede incluir hablar con las personas que ya componen ese escenario profesional. El elemento central de la maestría es la práctica deliberada, es decir, una cantidad considerable de trabajo dirigido hacia un único objetivo. Algunos hablarán de la regla de las 10.000 horas, otros de la regla de las 10.000 pruebas y errores. Para que se realice en las mejores condiciones posibles, debe hacerse bajo la supervisión de una persona cualificada, incluso experta en el campo en cuestión. Por último, para alcanzar la maestría, hay que ir más allá del maestro, lo que implica rebasar los límites que se nos han fijado. Por supuesto, esto sólo es posible cuando uno ha asimilado todos los fundamentos necesarios para llevar a cabo el oficio en cuestión.
He aquí una lista de ejemplos de la vida de personas que han alcanzado un estado de bienestar duradero a través de la maestría y los medios por los que lo hicieron:
– Buda a través de la meditación
– Bach a través de la composición musical
– Marie Curie a través de la experimentación científica
– Mahatama Gandhi a través de la acción política y la desobediencia civil
– Zinedine Zidane a través del fútbol
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