Proyectamos nuestra vida en relación con los demás, y esto está ligado principalmente a nuestra necesidad de seguridad. Pero, ¿es asegurarse de que siempre estamos en la norma la mejor garantía para un futuro brillante?
El mimetismo que caracteriza a nuestra especie no es malo en sí mismo: promueve la cohesión social y refuerza nuestro sentido de pertenencia. Sin embargo, cuando nuestras opciones de vida están condicionadas únicamente por la comparación con los demás, corremos el riesgo de no saber nunca hacia dónde ir. Los seres humanos, en algunos aspectos, se comportan como un banco de peces: juntos creen que son menos vulnerables, o al menos la probabilidad de ser devorados por un depredador se reduce enormemente cuando te ahogas en una multitud de individuos. Como habrás comprobado tú mismo, un ensayo de aves o un banco de peces se mueven de la misma manera: el movimiento de un individuo A está esencialmente condicionado por los individuos B, …, N que lo rodean. Esta previsibilidad de los movimientos explica que sea posible modelar estos movimientos de conjunto en un ordenador, aunque parezcan totalmente aleatorios.
El problema de esta previsibilidad es que creemos que somos libres cuando en realidad nuestro comportamiento está totalmente condicionado por nuestros semejantes.
Este aparente libre albedrío es peligroso porque nos lleva a tomar decisiones que no maximizan nuestra supervivencia o bienestar. A corto plazo, podemos decir que sí, que aumentamos significativamente nuestras posibilidades de supervivencia, como los peces. Pero a largo plazo, podemos ser objeto de un ataque organizado -lo que llamaríamos una “crisis económica” en el mundo humano, por ejemplo- por parte de varios peces depredadores que sólo pueden comer nuestro grupo. En el caso de un grupo de depredadores astutos, buscarán ante todo un banco de peces porque su oportunidad de ganancia es máxima.
Lo mismo ocurre con la vida humana, hay que saber hacer malabares entre estas dos vidas, la anclada en un grupo y la más solitaria que nos permite tomar decisiones al tener un mejor conocimiento del mundo. Aprender valiosas lecciones enfrentándose a la vida fuera de nuestro rebaño o zona de confort es lo que ofrece la experiencia de aventurarse fuera de los caminos trillados.
El progreso humano personal y colectivo se produce cuando somos capaces de integrar ideas recogidas fuera de nuestro propio banco de peces. Vivir de forma equilibrada consiste en ser conscientes de nuestra dependencia y condicionamiento social para desprendernos del grupo y realizar nuestra individualidad, lo que es posible gracias al desprendimiento de la influencia de nuestros semejantes.