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Las 4 motivaciones ocultas de un trabajo

Las ideas de este artículo se basan en parte en el vídeo de Harry Mariette, experto en Krav Maga y empresario en varios campos. Su canal de Krav Maga es excelente, ¡lo recomiendo a todos!

Cuando nos proyectamos en la vida profesional, hay básicamente 4 poderosas fuentes de motivación que nos guían. A menudo, algunas de estas motivaciones no son conscientes. Para tomar las decisiones correctas en tu carrera, tienes que conocerte a ti mismo. Si sabes lo que te motiva profundamente, no seguirás un camino que no te conviene. Al final, tarde o temprano, volverás a lo que te guía profundamente, por lo que es mejor tomar las decisiones correctas al principio de tu vida profesional, en lugar de cambiar de dirección más tarde: esto lleva mucho tiempo y puede que no tengas la oportunidad si ya has construido tu vida personal.

Dinero

El dinero es una motivación importante en la medida en que es, de hecho, la razón que distingue a un empleo del propio concepto de trabajo. Efectivamente, hay momentos en la vida en los que se puede trabajar sin cobrar (trabajo doméstico, trabajo comunitario, etc.). Por lo tanto, un trabajo es, en primer lugar, una respuesta a la necesidad de mantenerse a sí mismo, por lo que el dinero es una fuente común de motivación. Más allá de las necesidades fisiológicas (comer, beber y dormir) y de las necesidades de seguridad (alojarse, resguardarse del frío, vivir con seguridad), un trabajo puede ser una oportunidad para satisfacer nuestras necesidades de pertenencia y autoestima, que un salario alto hace posible. El dinero te da un estatus, un poder adquisitivo que te permite pertenecer a un grupo selectivo. Cuanto más dinero se gana, más oportunidades se tienen de entrar en los círculos de élite que, por definición, están reservados sólo a una parte de la sociedad. Si le interesa la carrera de los honores (cursus honorum en latín), el dinero puede ser una baza innegable para alcanzar los escalones más altos del podio. Por supuesto, existe un tabú en torno al dinero. Muchos de nosotros no nos atrevemos a admitir que nos interesa la carrera por los honores y que estamos desesperados por hacer que nuestro dinero llegue más lejos. No hay nada malo en tener ambición, es mejor ser claro al respecto y no ocultar una parte importante de lo que uno es. Desear subir los peldaños más altos de la sociedad no es inmoral siempre que se utilice un camino digno y meritorio.

Liderando

Muchos de nosotros aspiramos a dirigir a otros. Para algunos, satisface la sed de poder, para otros, les da la importancia de existir y ser valorados. Dirigir no tiene nada de malo, sobre todo si eres competente en lo que haces y además tienes ganas de transmitir tus conocimientos. Dicho esto, gestionar no es algo fácil. Es uno de los tres “trabajos imposibles” descritos por Freud (los otros dos son el psicoanálisis y la enseñanza). ¿Por qué? Pues porque dirigir se opone a la voluntad de autodeterminación que está presente en todos nosotros y que se resume en la búsqueda de la libertad. Si bien es cierto que a las personas también les gusta que las dirijan porque las tranquiliza, tienen otros deseos que contradicen esta idea, lo que necesariamente dificulta los trabajos de dirección porque son fuentes de conflicto o al menos de tensión más o menos permanente. Si liderar es lo que te gusta, hazlo de todo corazón, pero no olvides las verdaderas motivaciones subyacentes, que a veces pueden no ser las mejores (llenar frustraciones egoístas, buscar la autoestima). En estos casos, corre el riesgo de convertirse en un déspota, lo que, por supuesto, tendrá la desventaja de molestar a sus subordinados.

Conozca

Aprender y mejorar es una importante fuente de motivación. Es esencial porque, de las otras tres motivaciones, es quizás la única que depende exclusivamente de uno mismo y que nos hace progresar como ser humano fuera de la dimensión profesional (“servir a los demás” es también una forma de progreso humano y espiritual aunque dependa de otros). “Quien no progresa, retrocede”. Esta frase resume bien la conciencia de quienes se dejan llevar por esta motivación. Tienen miedo de retroceder, por lo que están dispuestos a dejar un trabajo cómodo pero que les expone a una forma de estupidez a largo plazo (los famosos “trabajos de mierda”). Este afán de conocimiento y perfeccionamiento suele estar presente en todas las profesiones, pero es cierto que la especialización de las tareas ha hecho que algunas profesiones sean menos atractivas en este aspecto aunque sean de “cuello blanco”. Las personas a las que les motiva principalmente el aprendizaje en su profesión deberían buscar una profesión que tenga una visión “maestra”, es decir, que la persona pueda mejorar a lo largo de su vida como el buen vino (abogado, médico, investigador, etc.). Sin esto, la persona puede estar en constante búsqueda y acabar vagando, cambiando constantemente de trabajo para seguir experimentando el estímulo de la novedad.

Servir a los demás

Sentirse útil y ayudar a los demás es una motivación noble, aunque la mayoría de las veces sea egoísta. Cuando se está motivado para servir, lo ideal es hacerlo por un deseo genuino de mejorar la vida de las personas y no por sentirse superior a los demás, de lo contrario no funcionará. Si la motivación egoísta es más fuerte que la altruista, hay un problema. Los que sirven a los demás son los garantes de la cohesión de la sociedad (enfermero, cura, bombero, policía, médico, etc.), sin ellos sólo podríamos vivir en clanes antagónicos. Por eso, si te impulsas principalmente por esta motivación, tienes un gran poder, para crear armonía allá donde vayas. Eres valioso y tu sacrificio te honra.

Un trabajo es una combinación de estas cuatro motivaciones en diferentes proporciones. Si puede determinar el porcentaje exacto asignado a cada una de estas categorías, podrá deducir casi con certeza el tipo de trabajo que le conviene.

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