El amor, en el sentido cristiano, es la expresión de una emanación, una vibración que sale del interior y se proyecta hacia el exterior. Es sobre todo un nivel de conciencia que no depende en absoluto del objeto del amor. Así, si elegimos vivir según el amor cristiano, debemos amar indistintamente a los seres que se cruzan en nuestro camino, ya que este amor es incondicional. Por supuesto, este nivel de amor es el más alto porque es difícil a priori amar a alguien que no está dotado de las cualidades que valoramos. El amor cristiano se trabaja primero a solas. La oración nos permite conectar con la energía cósmica, siempre que estemos dispuestos a recurrir a ella.
Somos como lámparas de pilas recargables, podemos iluminar el mundo con nuestra luz siempre que nos recarguemos regularmente con la fuente universal. Sin este hábito de purificación que ofrece la oración, no podríamos amar durante mucho tiempo y acabaríamos agotados de nuestros días. Somos libres de elegir los momentos ideales para estos recuerdos espirituales. A menudo, bastan unos minutos de oración repetida en diferentes momentos del día para volver a sentirse electrizado. La oración es la higiene de nuestro cuerpo espiritual, limpia nuestras impurezas del mismo modo que el cepillado del cuerpo físico. No descuidemos esta dimensión en nuestra vida porque nos perderíamos muchos beneficios, siendo el primero una cierta serenidad y una armonía encontrada con el mundo que nos rodea. La oración aporta claridad donde antes sólo veíamos caos o agitación.
En el hinduismo, hay varios caminos de liberación llamados yoga. Uno de ellos es el Karma Yoga, el yoga de la acción desprendida. Si decides vivir según los principios de este yoga, puedes decidir hacer de tus acciones ofrendas a lo divino. El karma yoga consiste en hacer de tu vida diaria una ofrenda constante a Dios, recordándolo constantemente. Es un yoga difícil ya que implica un alto grado de dedicación espiritual. El Karma Yoga es en sí mismo un yoga del amor, pues la acción se realiza imbuida de amor divino. Sin embargo, si te decides a vivir de acuerdo con ella, podrás trabajar casi sin agotamiento, estando tu cuerpo, tu alma y tu mente totalmente inmersos en la abnegación ante Dios.