Nuestras palabras, nuestros pensamientos, nuestras acciones tienden a atraer o alejar a las entidades superiores. El propósito de la vida espiritual es mantener la pureza dentro de nosotros para que las energías sutiles puedan ser acogidas. Por ejemplo, cuando tenemos pensamientos negativos o resentidos, se hace difícil para nuestra alma divina permanecer contenida en nuestro ser. Finalmente se va para encontrar un lugar más hospitalario, por lo que se dice que alguien ha perdido su alma. Esta persona ha perdido su dimensión superior, y le será más difícil encontrarla de nuevo. Llevará meses, a veces años, borrar los malos hábitos que han contaminado nuestra dimensión espiritual. Por lo tanto, es aconsejable mantener una alta conciencia de nuestras acciones para no privarnos de nuestro carácter divino. Hay varias prácticas dirigidas a cultivar esta pureza, y éstas están presentes en la mayoría de los cultos y religiones, lo que demuestra su universalidad. En primer lugar, podemos mencionar la oración, que es una invitación dirigida a las entidades celestiales para que entren en nosotros. La meditación nos ayuda a calmar nuestros pensamientos para aclarar nuestro intelecto en particular. El ayuno y la comida vegetariana contribuyen a la purificación de nuestro cuerpo físico, especialmente a través de los mecanismos de autofagia que estimulan.
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