¿Quién puede decir que está dispuesto a morir para sus ideas? Pocos de nosotros en realidad. No sé, si tengo suficiente convicción para morir por algo, quizás para salvar a alguien a quien quiero. ¿Por qué es así? ¿Por qué nos hemos convertidos en seres tan individualistas? Hace menos de 50 años, millones de personas estaban dispuestas a dar su vida por una causa, por la patria, una ideología, una religión quizás. ¿Nuestras doctrinas modernas son tan débiles que nos somos capaces de cometer este acto último? O es porque valoramos la vida tanto que nada merece morir para una causa alta. ¿La supervivencia es el valor más elevado, es decir, que hemos vuelto a la edad de cromañón en la cual nuestro cerebro de reptil mandaba? Eso puede explicar los comportamientos de la gente, pero no solamente. Ser capaz de morir implica sentirse vinculado a otras personas de manera profunda. De hecho, antiguamente la gente no moría por una causa sino por el grupo federado alrededor de esa causa. La gente no moría por el comunismo o el imperialismo sino por los miembros que creían en esta causa, para mantener la unidad del grupo, para permitir que todos permanecieran juntos. Además, este acto sacrificial servía para a asustar a los miembros exógenos al grupo para que busquen otros enemigos o que se sometan a la voluntad de dicho grupo. Cuando el grupo no deja de existir, no vale la pena morir por la ideología que le federaba. Eso puede explicar porqué hay gente muriendo por el nazismo. En conclusión, nuestra incapacidad de sacrificarnos por algo implica que no sentimos pertenecer a un grupo que nos supera. Nuestro yo se ha convertido en grupo en última instancia.
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