El sol siempre ha sido objeto de veneración por parte de los pueblos antiguos. Es mucho más que una estrella en el origen de la vida en la tierra, simboliza una de las manifestaciones de lo divino en el cosmos.
El sol nos “habla” todos los días siempre que tengamos la voluntad de levantarnos temprano. De hecho, a través de sus rayos matutinos, irradia nuestro cuerpo con una presencia que nos ofrece tanto calma como inspiración. Los rayos solares aurorales son como una lluvia de finas partículas que vienen a nutrir nuestro espíritu y nuestra alma a la manera de una hoja que absorbe esta luz para transformarla en clorofila.
Funcionamos como una planta, necesitamos extraer los rayos cósmicos para transformarlos en ideas, alegría o para despertar nuestra vitalidad. El sol nos ofrece un tónico diario, gratuito y al alcance de todos. Todos los días organiza un satsang* silencioso. No es necesario entender el sánscrito ni ninguna otra lengua para comprender su significado. Habla un mensaje universal que puede ser interpretado por todas las entidades que están expuestas a él.
satsang* (según Wikipedia)
Satsanga (sánscrito Sat = verdad, realidad absoluta, Brahman. Saṅgha =compañía, unión, asamblea, reunión.), significa “estar en compañía de la verdad”, y por extensión “compañía de los sabios” o “compañía de la verdad que está en uno mismo” o “reunir lo verdadero en uno mismo”. El término se refiere a las asambleas que se forman en torno a un gurú cuya enseñanza se basa en los principios de la no dualidad. Puede haber debates, momentos de silencio o de meditación. El término distingue estas reuniones de las más formales que tienen lugar en edificios religiosos.
Literalmente, es estar perpetuamente en la compañía del Señor Supremo o estar establecido en Brahman; también es preferir la compañía de los sabios, hombres o mujeres emancipados y discípulos avanzados.