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La vida es tu compañero de combate

 

¿Y si el boxeo nos enseñara a vivir mejor nuestra vida?

Para ser mejores, a menudo tenemos que poner a prueba nuestros límites. Cuando decides aprender un deporte que te prepara para las competiciones, ya sean deportes de equipo o individuales, es más que necesario acostumbrarse a la confrontación. Evidentemente, el boxeo no es una excepción a esta regla. Para boxear cada vez mejor, tienes que enfrentarte a rivales cada vez más duros en los entrenamientos a medida que avanza tu nivel. Esta preparación es esencial para poder afrontar las peleas reales, las que tienen lugar a la vista de todos. Por eso, para sobresalir en una arena, en un ring o en un campo deportivo, hay que estar preparado, a veces con muchos meses de antelación, para la sola idea de un enfrentamiento duro.

El boxeo, una metáfora de la vida

Hay muchos elementos en el boxeo que se pueden relativizar con la vida. En definitiva, el boxeo puede parecer en cierto modo una metáfora hilada de la vida. El boxeo nos enseña que debemos enfrentarnos solos a la mayoría de los retos que nos plantea la vida. Nos enseña paciencia y rigor para asimilar sus técnicas y su lógica. El éxito de un boxeador suele medirse por el esfuerzo que ha realizado en su preparación.

“El que suda en el entrenamiento no sangrará el día del combate”.

Un sparring, el compañero indispensable para llegar a la cima

Enfrentarse a un compañero de sparring es una obligación para cualquier boxeador que quiera prepararse para los combates. Si lo equiparas con la vida, significa simplemente todas las dificultades diarias que encuentras. A primera vista, pueden frustrar, irritar y a veces incluso desanimar. Sin embargo, si imaginamos que estos contratiempos no son más que pequeños sparrings puestos en nuestro camino para ser mejores, entonces nuestra perspectiva cambia y estamos más preparados para afrontarlos. Las dificultades que encontramos son sólo pequeños retos que nos preparan para otros aún mayores.

Gandhi, un boxeador de la no violencia

Si quieres cambiar el mundo, considera el enfoque que adoptó Gandhi. Construyó un sistema de lucha política basado en la no violencia, llamado “Satyagraha”, literalmente “apego a la verdad”. Antes de conducir a millones de personas a un profundo cambio en su forma de pensar y, en última instancia, a la independencia de su país, Gandhi puso en práctica esta filosofía a diario, pero sólo a nivel individual. Para poder predicar esta filosofía, tuvo que vivirla miles de veces en su ser para que se convirtiera en una segunda naturaleza. No sabía lo que le reportarían todas esas pequeñas victorias diarias, pero aceptó el reto de todos modos para estar preparado para subir al ring cuando se lo pidieran. Para Gandhi, subir al ring significaba asumir el liderazgo del movimiento independentista indio. Triunfó tras décadas de lucha utilizando únicamente su filosofía, que pudo transmitir a millones de personas porque estaba arraigada en la tradición religiosa de la India.

Gandhi se convirtió en este icono mundial sólo después de triunfar silenciosamente sobre los millones de enfrentamientos inocuos -sus sparrings- que la vida le deparó.

Gandhi no se propuso convertirse en el Gandhi que todos conocemos, sino que simplemente trabajó con diligencia para superar los retos que le deparaba el camino de la vida uno a uno. Sólo al final de este progreso se convirtió en el Gandhi que conocemos. Gandhi nunca habría sido Gandhi sin el trabajo diario que emprendió.

Así que no tienes que querer ser alguien para convertirte en esa persona. Eso está en manos del destino. Sin embargo, puedes asimilar una filosofía y jurar encarnarla cada día de tu vida. Este compromiso creará una profunda transformación personal. Los miles de compañeros de sparring que conocerás te ayudarán a mejorar y fortalecerte en la filosofía que hayas elegido.

No busques un reto, la vida te da uno cada día

Todas las tradiciones espirituales tienen los recursos para cortar el diamante en bruto que eres. A no ser que hayas elegido una filosofía nihilista o basada en el odio, todas las filosofías, ya sean orientales u occidentales, tienen la capacidad de estructurar tus acciones para darte un marco que pueda favorecer tu progreso, por no hablar de tu felicidad. Como un verdadero filósofo o espiritualista se forja en la acción, es normal que quiera ir por delante de la vida para buscar retos. Tiendo a decir que, hagas lo que hagas, siempre habrá un reto a tu alrededor, simplemente no has abierto los ojos lo suficiente para verlo. Por lo tanto, diría que hay mil oportunidades cada día para ponerse a prueba, así que no hay necesidad de ir a buscar retos a otra parte.

También eres un sparring para los demás

Al igual que los demás pueden hacerte pasar un mal rato, debes saber que también eres un sparring para todos los que te conocen. No tienes que tener esta idea consciente en tu mente todo el tiempo. Debes saber que existe una especie de tercera ley de Newton (el principio de acción-reacción): cuando el cuerpo A ejerce una fuerza sobre el cuerpo B, el cuerpo B ejerce una fuerza sobre el cuerpo A de la misma magnitud, pero en sentido contrario. Por lo tanto, si tratas de disciplinarte, de mejorar de alguna manera, la fuerza que ejerces sobre ti mismo se proyectará sobre el resto del mundo y ayudará a los demás a progresar, aunque para ellos sea un reto que quizá no quieran aceptar.

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