Nuestro paso por la tierra es corto, muy corto, y ello a pesar de que estamos llegando a la edad de un centenario. Formamos parte de una cadena de transmisión a la que no necesariamente hemos elegido adherirnos: nuestro nacimiento forma parte de una lógica multimilenaria de herencia de una cultura, de un patrimonio genético y de tantas otras cosas…
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