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¿Por qué es importante estar triste?

En una sociedad que hace de la alegría y el buen humor mandatos, es difícil experimentar o al menos expresar momentos de tristeza. ¿Por qué es así? ¿Siempre ha sido así?

La vida está hecha de altibajos. Los momentos dolorosos deben ocultarse, no deben cruzar el umbral de nuestra puerta. Las redes sociales son un buen ejemplo, ¿cómo reaccionas cuando alguien comparte su dolor o angustia en la red? Probablemente te sientas incómodo, no quieres seguir escuchando lo que tienen que decir, a menudo preferimos mirar hacia otro lado en una situación así.

La tristeza, al ser una emoción que se experimenta con mayor frecuencia en solitario, no tiene realmente cabida en el espacio público. Esta regla no se aplica cuando la tristeza puede utilizarse para consolidar un grupo o federar una nación (atentados, guerras, etc.), es decir, su función social es evidente.

La tristeza es necesaria porque es una emoción que nos hace especialmente humanos.

Lo que inunda la web es la emoción, el disfrute, la gula a veces y la fiesta la mayoría de las veces. Estas emociones son placenteras, incluso son un poco degradantes, así que disfrutamos siendo espectadores de la bajeza humana. Este voyeurismo es una poderosa palanca de atracción para los curiosos digitales que se pasean por las páginas y publicaciones de sus amigos virtuales. Esta tendencia se combina también con el orgullo o la envidia hacia aquellos que muestran un cierto triunfo y cuya gloria nos salpica en la cara. Futbolistas, cantantes y artistas son ejemplos emblemáticos de esta admiración teñida de una pizca de celos que puede llevar a millones de personas a adorar a los famosos aquí y allá.

La tristeza no es tan comercial, es inquietante porque puede ser el espejo de nuestra propia oscuridad. Esta confrontación con estas tristes pasiones nos hace sentirnos fríos, por lo que preferimos no ver este otro yo.

Sin embargo, la tristeza es más que nuestro fermento humano, es el vínculo inmaterial entre las personas. Esta emoción la experimenta todo el mundo, la mayoría de las veces en privado. Como tal, es una emoción que toca algo profundo dentro de nosotros.

La alegría, aunque puede ser intensa, nunca penetrará tanto en nuestro ser como la tristeza. ¿Recuerda más sus alegrías más profundas o sus momentos más oscuros de tristeza? Es probable que esta última sea su respuesta.

Ante esta realidad, cuando conectamos con los demás, es sobre todo a través de la tristeza como podemos penetrar en el alma de las personas y forjar un vínculo irrompible. Es porque estamos dispuestos a compartir un momento de tristeza que podemos entender mejor a una persona desde dentro. Una fragilidad compartida crea una afinidad inquebrantable.

Edward

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