A menudo, se asocia la productividad con completar una lista creciente de tareas. Sin embargo, esta lista interminable puede parecer abrumadora e insatisfactoria, incluso cuando se ha completado. La verdadera productividad reside tanto en no hacer como en hacer. Para lograr este equilibrio, es necesario ejercer discernimiento y claridad. Elegir no hacer ciertas cosas es tan crucial como decidir hacer otras.
La importancia de tener una lista de cosas que NO hacer
Para liberar tiempo, concentración y energía, es esencial decidir deliberadamente qué no hacer. Si bien tener una “lista de cosas por hacer” es útil, tener una “lista de cosas que no hacer” es aún mejor. Tomar conciencia de lo que decides evitar ayuda a desarrollar el hábito de la claridad. Es similar a decluttering tu hogar: al limpiar tu escritorio de los elementos que lo saturan, haces espacio para concentrarte en lo que realmente importa. Sin este hábito de limpieza, se hace más difícil evitar distracciones y se corre el riesgo de dispersar tu energía en tareas sin importancia.
Cómo crear una lista de cosas que no hacer
Entre estas:
Elimina primero las tareas que consumen más recursos mentales y físicos, así como aquellas que te generan más emociones negativas. Si algunas tareas no se pueden eliminar del todo, busca maneras de reducirlas gradualmente o evita situaciones que te expongan a tales actividades.
Te recomiendo usar la herramienta gratuita de Google llamada “Keep”. Disponible en forma de aplicación o página web, esta herramienta permite crear fácilmente listas de tareas para marcar o una lista simple de ideas a las que puedes acceder en cualquier momento. Su formato minimalista la hace muy efectiva para evitar distracciones innecesarias.
Las personas tienden a mantenerse ocupadas, incluso si eso significa ser improductivas. Cuando no están trabajando, suelen revisar sus teléfonos, hacer llamadas, leer o encontrar otras maneras de llenar el silencio. Aprender a “no hacer nada” (incluso si solo significa tomarte un tiempo para pensar) es una habilidad que no todos poseen. Es importante entrenarte para simplemente pensar—nada más. Esta práctica preserva tus recursos cognitivos y facilita entrar en un estado de trabajo profundo y enfocado
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