Es difícil actuar de forma heroica o épica en el día a día. Todo cambia cuando sabes que te están observando, y especialmente cuando te observan personas que quieres y respetas. Ahora imagina que todos tus movimientos están siendo observados como si te grabara una cámara oculta.
Para actuar heroicamente, a veces necesitas motivación. A menudo nuestra autoestima es suficiente para que nos comportemos de forma noble, pero a veces necesitamos añadir otras fuentes de motivación. Si te observan, pones en juego tu necesidad de pertenencia.
Gran parte de lo que hacemos está motivado por el deseo de permanecer unidos a un grupo. Nuestro sentido de pertenencia está arraigado en los genes y se asocia desde hace tiempo a nuestra supervivencia, por eso los humanos somos animales tan gregarios.
Si quieres pertenecer a un grupo, siempre tienes que cumplir ciertas condiciones, de lo contrario el grupo está abierto a todos y pierde su carácter especial y protector. Puede que tengas la tentación de decirme que esto no es cierto y que el grupo “humano” no cumple ningún criterio aparte de ser naturalmente masculino. Pero piénselo otra vez. Cuando alguien se comporta de forma horrible o cruel, tendemos a calificarlo de inhumano o animal y, por tanto, a excluirlo de la raza humana a pesar de su pertenencia natural a ella. El ser humano no es sólo un genoma, es sobre todo una cultura, una cierta idea de nobleza. Este mismo argumento ha sido utilizado por los humanos para justificar la explotación de otros humanos, alegando que eran salvajes, incivilizados (y por tanto no humanos).
Si crees que la gente te querrá a pesar de lo que hagas, te equivocas. Con la posible excepción de las madres, pero de nuevo lo dudo. Pertenecer a un grupo respetable implica un comportamiento ejemplar. Saber que te vigilan los miembros del grupo al que quieres pertenecer es un buen incentivo para comportarte adecuadamente. Al estar en juego nuestra reputación y posición social, tendemos a comportarnos más noblemente que si no sintiéramos que nos vigilan. Por eso es buena idea simular mentalmente esta cámara oculta para comportarse lo más noblemente posible.
Muchas tradiciones religiosas hacen referencia a la omnisciencia y ubicuidad de Dios: todo lo que hacemos queda registrado y servirá de base para nuestro juicio celestial y póstumo. Para los creyentes, Dios es el entrenador definitivo, el compinche por excelencia que nos acompaña para poner a prueba nuestra capacidad de portarnos bien. Pensar en él con regularidad puede ser una fuente de motivación para actuar con excelencia, disciplina y garbo, así que ¿por qué no creer en él? Creer en él tiene todas las de ganar.
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