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¿Hay que tener amnesia para vivir el momento?

Apreciar el momento presente se ha convertido en un ritual del que es difícil desprenderse. De hecho, los libros y los consejeros de todo tipo alaban una existencia alejada de todo tormento que encuentra su fuente en la capacidad de vivir el momento presente. ¿Cómo podemos adoptar esa postura cuando todo en nuestra vida cotidiana nos empuja hacia lo contrario? Las identidades que forjamos y defendemos, así como los planes que hacemos para nuestro futuro, sabotean la posible ataraxia que ofrece una vida vivida en su plena presencia. ¿Estamos condenados a llevar una vida esquizofrénica, es decir, a cultivar realidades que están en conflicto entre sí? ¿Qué soluciones tenemos a nuestro alcance? ¿Debemos vivir como un recluso o debemos destrozar nuestra memoria del tiempo para abrazar mejor el aquí y el ahora como la eternidad?

Un ordenador, para funcionar correctamente, debe liberar suficiente memoria RAM para poder realizar los cálculos en un tiempo mínimo. Dispone de una memoria a largo plazo -un disco duro- en la que escribe y guarda los datos que no necesita utilizar constantemente. Por tanto, existe una interacción entre esta memoria de acceso aleatorio y la “memoria de sólo lectura”. Los problemas surgen cuando una de estas memorias falla o intenta sustituir a la otra.

Esta analogía puede ayudarnos a comprender los escollos a los que nos enfrentamos cuando se trata de vivir con presencia. Si tratamos de involucrar demasiado a nuestra memoria lenta (nuestro disco duro, es decir, nuestras identidades), no podemos actuar con calma y discernimiento. Nuestra memoria muerta interfiere con nuestra memoria viva. Cuando utilizamos nuestra memoria RAM para escribir cosas futuras en nuestro disco duro (cuando planificamos), estamos operando a cámara lenta porque todo está ocurriendo en nuestra cabeza sin ninguna conexión con nuestro entorno directo.

Identificar, planificar y vivir el momento presente son 3 ingredientes a dosificar en nuestra vida. Cada uno sigue su propio camino, no todos estamos destinados a una vida contemplativa o desapegada. Hay ordenadores que se utilizan más para hacer copias de seguridad (que almacenan datos), otros que hacen muchos cálculos (como los servidores informáticos) o los que sólo están pensados para dar servicio a un usuario (como los ordenadores personales)

Edward

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