Todos tenemos una grandeza natural que olvidamos con el tiempo, ya sea a través de la educación o de un contexto social que nos empuja a encajar, a elegir un papel que no necesariamente hemos elegido. Así, pasamos nuestras vidas ocupando roles sin haberlo querido realmente (al menos aparentemente), a veces como niño, a veces como estudiante, a veces como empleado asalariado, etc… Estos papeles te dan forma y te impiden tener otra perspectiva de ti mismo.
Piensate como un diamante
Tienes nobleza. O te maltrataron o estropearon cuando eras pequeño, corrompiendo así tu pureza, olvidaste quién eres realmente.
¿Cómo cortar el diamante que somos?
Debes buscar la pureza, la autenticidad, la virtud, la honestidad, la benevolencia o la bondad. Entonces, es necesario practicar esta nobleza de corazón diariamente donde sea posible.
Debes superar las pruebas siempre de la manera más alta posible, es decir, actuando según un código de honor del que no te desvíes.
Debes extraer de las profundidades de ti mismo, y para ello no debes tener miedo de desnudarte. Debes ponerte a prueba y aceptar los exigentes desafíos que te has dado. Si no pones el listón alto, nunca sabrás de lo que eres capaz. Tienes que buscar en tu interior lo que quieres. Una vez que tengas una idea clara, date el 100% sin desviarte de tu objetivo. Sacrificar todos los placeres, todos los honores, las ganancias inmediatas, entregarse en cuerpo y alma durante muchos meses o incluso años. Sólo a este precio podrás cortarte en un brillante diamante. Sin este trabajo, nunca brillarás porque siempre habrá impurezas que no habrás tocado. El trabajo es el principal valor a encarnar para obtener este estado. Sin embargo, debe encontrar el tipo de actividad en la que desea entregarse por completo, tiene la vergüenza de elegir.
Deshazte de estos sapos, ve a lo esencial, trabaja día y noche, implacablemente. Mientras no sienta que está brillando de alguna manera, significará que aún no ha alcanzado el estado de un diamante tallado.
Una vez que hayas alcanzado este estado, podrás brillar y resplandecer, pero ten cuidado de no recoger el polvo, pulir tu superficie para que siempre brille. Limpiar el diamante es ganar un cierto nivel y no dejarse llevar. Sin embargo, cuando hayas alcanzado el estado de diamante (que es largo y doloroso), será mucho más fácil para ti volver al estado de brillantez porque este estado es de segunda naturaleza, estás cableado de esa manera. Es más fácil desempolvarse que pulirse desde cero. Al ser un diamante brillante se beneficia de una cierta inercia. Pero no te duermas en los laureles.
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