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El matrimonio es un invento antropológico que ha demostrado su valía

El matrimonio es un invento antropológico y creemos haber encontrado algo mejor

Hay cosas que han sobrevivido a los tiempos porque han sido probadas y han resistido la prueba del tiempo, aunque hoy sean menospreciadas. Podríamos pensar en las religiones, ciertos alimentos tradicionales o incluso ciertas formas de gobierno. El matrimonio ha sido considerado, por así decirlo, un invento antropológico. Ha aportado una serie de beneficios: protección para la mujer, protección para los niños (especialmente los bebés), garantía de paternidad real para el padre, fundación del núcleo familiar como base de una sociedad y, sencillamente, felicidad, que no es poco.

El siglo de la ruptura

La crisis social que vivimos, que dura ya más de un siglo en la mayoría de los países desarrollados, está vinculada a la crisis de la familia. Hay innumerables familias monoparentales en los países desarrollados, muchas más que en las sociedades tradicionales donde el matrimonio sigue siendo una institución. Hay varias razones que explican este cambio. El trabajo de la mujer y la educación de los hijos en la escuela han aflojado los lazos familiares. Como los miembros de la familia ya no dependen de una sola actividad (por ejemplo, las empresas familiares), han ido levantando el vuelo, pasando cada vez menos tiempo juntos. Este fenómeno puede remontarse a principios del siglo XX en los países occidentales, por ejemplo. Podríamos hablar incluso de una ruptura antropológica mayor, tales fueron las consecuencias para la familia.

El siglo de la experimentación

Tras más de un siglo de agitación familiar, había que poner en práctica nuevas teorías sobre la familia. Dado que el modo de producción moderno destruye en cierta medida a la familia, hay que racionalizar esta destrucción. Con la economía al mando, había que encontrar una razón lógica para la destrucción de los lazos familiares invocando el progreso. Así hemos visto surgir teorías destinadas a negar la singularidad de la dimensión biológica: ya no somos mujeres/hombres, nos estamos convirtiendo en ellos. O teorías que daban predominio al individuo sobre el grupo. El individuo es todopoderoso y no tiene que rendir cuentas al grupo que lo vio nacer.

La economía por sí sola puede llevarnos a la perdición

Irónicamente, la palabra “economía” procede del latín oeconomia, a su vez del griego antiguo οἰκονομία, oikonomía (“administración de la casa”). Originalmente, el núcleo de la economía era el hogar, a fortiori, la familia. Con el tiempo, la economía se ha desvinculado del hogar y se ha vinculado a la empresa, el mercado o la sociedad. En este sentido, el socialismo y el capitalismo han contribuido a “sacar la economía del hogar”.

Cuando se denigra el trabajo doméstico, se denigra el hogar

Lo que nos consume lentamente es el mal que no vemos. Varias décadas han bastado para destruir la vocación de una casa, que es proporcionar un hogar seguro y reconfortante a toda una familia. Hoy, una casa es principalmente un lugar para dormir y comer, y se ha reducido toda interacción social, como en una ciudad dormitorio: se duerme y se come, pero en realidad no se vive allí. Al hacer hincapié en nuestra identidad productiva, hemos negado lo que nos hacía humanos: nuestros vínculos sociales, en primer lugar la familia.

Homo œconomicus

El hombre económico es moderno porque encuentra su lugar sirviendo a las empresas y olvidando a su familia. Accede a un mercado de consumo gracias a su poder adquisitivo, pero acaba consumiendo personas del mismo modo que consume bienes de consumo cotidiano. Todo se vuelve transaccional y pierde la nobleza que le hacía tan humano. Pierde el sentido del sacrificio hacia su comunidad porque ya lo ha sacrificado todo por su negocio. Se creen libres gracias al consumo, pero en realidad viven atados de pies y manos.

El nuevo siglo de la disrupción: la empresa unipersonal

Pero el mundo no seguirá así indefinidamente. Las empresas realizarán despidos masivos y estos enjambres de individuos acabarán al margen como un objeto del pasado que se vende en un mercadillo de garaje. El mundo se volverá más individualista en términos económicos, pero paradójicamente esto es lo que permitirá a los individuos volver a estar conectados y reencontrarse con sus antepasados lejanos. El mercado seguirá necesitando cada vez más trabajadores independientes y personas creativas que trabajen principalmente por su cuenta. Estas mismas personas formarán gremios en torno a habilidades afines para ser más eficientes. Estarán vinculadas por lazos de interés y respeto mutuo, no por las relaciones constreñidas que vemos en las empresas, donde las personas trabajan juntas cuando en primer lugar no lo eligieron.

El futuro del empleo ya está aquí

El mañana ya está aquí, puede que no lo veas, pero la vanguardia del trabajo del mañana ya está trabajando. Están creando marcas personales que ya estás consumiendo (Youtubers, etc.) y ofreciéndote todos sus productos derivados. Esta masa creciente de personas ya te está mostrando el camino: que una alternativa al trabajo convencional es posible. Ningún mercado alcanzará el punto de saturación en esta nueva economía, porque el producto será el individuo y sus cualidades, gustos y talentos únicos. Esta combinación de factores lo convierte en un producto único con el que nadie más puede competir.

Usted es el producto

Cuando el servicio es gratuito, te dicen que el producto eres tú. En la era de la empresa unipersonal, el producto también eres tú, porque tu singularidad en un mercado en constante cambio. Naval Ravikant dijo: “Hay casi 7.000 millones de personas en este planeta. Un día, espero, habrá casi 7.000 millones de empresas”. Todo cambio lo inician pioneros que muestran el camino. Naval es uno de ellos. El mundo del mañana será creado por la comunidad que documentará toda la conciencia humana. Esto es lo que ya estamos presenciando con la economía de los creadores. Este fenómeno se acentuará aún más cuando la creación ya no sea monopolio de los humanos, sino que la IA también participará, inundando potencialmente el mercado con todo tipo de contenidos que puedan suponerse obra de humanos.

Edward

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