Tu trabajo puede ser el lugar de tu progreso o declive espiritual.
Algunos trabajos requieren que dejes de lado tu alma. Al hacerlo, nos desconectamos de nuestra fuente. Cuando nuestra mente actúa en contra de lo que nos dice nuestra alma, creamos una división en nuestro interior.
La palabra “diablo” procede del latín “diabolus”, a su vez derivado del griego bizantino διάβολος, “diabolos” que significa “que desune”. Cuando introducimos la división en nosotros mismos, permitimos que el diablo se interponga, por lo que nuestra alma puede alejarse de nosotros -literalmente-.
El mundo del trabajo no está ahí para hacerte feliz. Es una consecuencia de la división del trabajo y de la industrialización. Si ha habido alguna preocupación reciente por tu felicidad, es sobre todo porque es una fuente de productividad para las empresas. No esperes que la empresa que te emplea busque activamente tu felicidad, ese no es su principal objetivo. Te corresponde a ti encontrar tu propia felicidad.
Estamos viviendo un auténtico periodo de transición en términos económicos. El mundo va a absorber todas las innovaciones derivadas de los avances en inteligencia artificial y mucha gente se va a quedar atrás. Eso es lamentable, pero también es una oportunidad para reinventarse y crear un trabajo que coincida con tus aspiraciones y con lo que el mundo necesita.
Algunos trabajos se oponen directamente a tus valores. Deberías evitarlos. Sin duda necesitas alimentar a tus hijos, pero ellos también necesitan alimentarse espiritualmente. Si sólo piensas en tu supervivencia material, te hundirás moralmente y te llevarás a tus seres queridos contigo. Siempre hay una forma de encontrar algo que te garantice una vida digna y un salario decente, a veces sólo hay que tener paciencia y ser más perseverante.
Podrías ser la matriarca o el patriarca de tu familia. Tu retrato podría adornar solemnemente la repisa de la chimenea de tus descendientes durante las próximas 10 generaciones. ¿Por qué hay menos ganas de pasar a la posteridad familiar?
Es un deseo que parece ilusorio (tan difícil es) y vano al mismo tiempo. ¿Cómo proteger a tu descendencia? Lo primero que tienes que plantearte es cómo criarte a ti mismo, y luego dedicar tu vida a ayudar a los demás.
Toda alma que se eleva a sí misma, eleva al mundo. Gandhi
Hay muchas formas de elevarse. Puedes elevarte social, intelectual, moral o espiritualmente. Cualquier trabajo de elevación que hagas en un área tendrá un efecto de goteo en los demás miembros de tu familia. Así que la mayoría de las veces es inútil intentar reformar a los demás. Es mucho más eficaz concentrarse en uno mismo haciendo un esfuerzo interno para mejorar uno o varios aspectos de su vida.
Existe la idea de que se gana poder sobre los demás siendo autoritario y asertivo. No es así. Siendo despótico, simplemente consumes el capital de simpatía que has acumulado con tus colegas hasta llegar a un punto de exasperación o incluso resentimiento. Hay una forma más eficaz de aumentar tu influencia sobre los que te rodean, y es hacerte lo más útil e indispensable posible.
Todas las civilizaciones de la historia se han derrumbado debido a sus propias debilidades. Por supuesto, a veces ha habido invasiones o conquistas enemigas que han acelerado este proceso, pero éstas sólo fueron posibles gracias a las imperfecciones que ya existían. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Hemos alcanzado los límites de nuestro desarrollo civilizatorio? ¿Estamos cavando nuestra propia tumba como civilización humana? Nuestro modelo de progreso va de la mano de la destrucción del ecosistema ¿No deberíamos revisar nuestra definición de progreso?
Podemos ser los protagonistas de las generaciones futuras. Tenemos dos opciones: o seguimos jugando con las reglas del juego actuales, que son perjudiciales para los ecosistemas, o aprendemos a vivir de otra manera, aunque eso signifique parecer un outsider o un crank. El tiempo se acaba y ya empezamos a ver las consecuencias de la actividad industrial de los últimos doscientos años.
Los niños tienen tendencia a culpar. Desde la adolescencia hasta el final de la edad adulta, los niños tienden a culpar a sus padres de sus fracasos. ¿Qué ocurre ahora si el planeta se vuelve inhabitable y usted no ha hecho nada, ni directa ni indirectamente, para cambiarlo con sus hábitos o su comportamiento? Pues que tus hijos te culparán y que vuestras relaciones se deteriorarán si no decides cambiar nada.
La culpa puede ser un buen consejo en el sentido de que puede empujarnos a actuar y a hacer cosas diferentes de las que estamos acostumbrados a hacer. El deseo (desencadenado por una culpa subyacente) de no sacrificar el bienestar de las generaciones futuras podría ser sin duda el motor de nuestro cambio civilizatorio, siempre que esta toma de conciencia alcance una masa crítica y se haga a tiempo.
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