Un día vas a morir. Es una realidad que no puedes ignorar, aunque todo el mundo viva como si fuera inmortal. El alma es permanente, aunque envejezcas, tu alma sigue siendo la misma, sólo puede ser manchada por tus acciones. Imagina ahora que tienes 95 años. La mayoría de tus amigos han fallecido. Tus padres, abuelos y hermanos hace tiempo que se fueron. Ahora imagina que tienes la oportunidad de recuperar tu alma en tu antiguo cuerpo (en el que vives ahora). Como tu alma es permanente, puedes realizar fácilmente este experimento mental. Ahora puedes imaginarte viviendo en un cuerpo joven con un alma vieja. ¿No estás agradecido por ello? Ahora vives entre las personas que desaparecieron hace unos segundos. Puedes demostrarles cuánto les quieres. Puedes expresarles tu gratitud y simplemente alegrarte de volver a vivir entre ellos.
En algunas situaciones, puede resultarte difícil imaginarte con un alma de 95 años. Lo que puedes hacer es pensar en tu propio yo de 95 años e intentar comportarte de forma que se sientan orgullosos de ti. Recordarte a ti mismo tu propia existencia puede ser poderoso. No querrás decepcionarle. Es más, cuanto más pienses en tu antiguo yo, más clara será tu visión de lo que llegarás a ser, y así moldeará tus acciones de forma positiva. En otras palabras, tú eres tu propio padre o madre. Si, por la razón que sea, has perdido el contacto con alguno de tus padres, puedes recrear ese sentimiento de orgullo y linaje haciendo este experimento mental contigo mismo.
Tenemos la suerte de pasar tiempo con nuestros seres queridos, un día se irán. Tenemos la suerte de compartir momentos sencillos y alegres con la familia y los amigos, pero no nos damos cuenta de lo importante que es. Haciendo este experimento mental, puedes redescubrir la sencilla alegría de ser un ser humano y encontrar la gratitud que te falta en tu vida.
Puede que le sorprenda, pero en su lecho de muerte, la gente rara vez se arrepiente de haber ganado más dinero o de haber dedicado más tiempo a su carrera. Más bien al contrario. Estos son los consejos más comunes que la gente da en su lecho de muerte:
1. Pasar más tiempo con los seres queridos
2. No pases demasiado tiempo en el trabajo
3. Sigue a tu corazón y persigue tus pasiones
4. Sé más agradecido
5. Perdona a los demás
6. 6. Aceptar la vulnerabilidad
7. Encuentra tu propósito
No es de extrañar que este consejo sea más de naturaleza espiritual. Cuando llega la muerte, queremos que nuestra alma esté en paz. Podemos olvidarnos de las cosas innecesarias y quedarnos con lo que más importa: nuestra familia, nuestra bondad, el amor que podríamos haber dado a cualquiera.
¿Te has dado cuenta de que los niños pequeños o los bebés son felices por naturaleza? Puede que lloren de vez en cuando, pero su tendencia es encontrar la alegría allá donde van. ¿Cómo es que hemos cambiado tan radicalmente como adultos? Muchas razones racionales pueden explicarlo, pero algunas deberían ser aceptables, porque seguimos mereciendo vivir alegres y despreocupados. Veamos algunas de las razones por las que los bebés son tan felices.
La primera razón que podría explicar la alegría de los bebés es que no conocen la verdadera naturaleza de las cosas. No saben que la gente puede ser mala y hacerles cosas malas.
La principal razón por la que los adultos están preocupados es que tienen que ocuparse de su propia supervivencia y de sus necesidades básicas, a diferencia de los bebés, que están atendidos. Imagínate no tener que preocuparte del dinero que tienes que ganar y de todas las tareas diarias. ¿No te quitarías un gran peso de encima? Eso es exactamente lo que les pasa a los bebés: no tienen que pensar en la logística de su vida, simplemente pueden disfrutar del momento, y por eso son potencialmente mucho más felices.
Otra idea para explicar por qué los bebés están tan llenos de alegría es que vienen directamente del limbo. Han sido tocados por los ángeles y, por tanto, llevan dentro la gracia divina.
Para ser feliz, lo único que tienes que hacer es eliminar la infelicidad y la miseria de tu vida. Detrás de la suciedad, hay luz: todo lo que tienes que hacer es lavar tu parabrisas. Para ello, puedes trabajar día a día para deshacerte de las cosas -y las personas- que no aportan felicidad a tu vida. Tienes que ser esencialista. Haz lo que más te importa y elimina el resto. La paz es la ausencia de problemas, la paz es la felicidad. Debes buscar la paz para obtener la felicidad. No persigas la felicidad directamente, podrías confundirla con el placer y la excitación, busca la paz y la encontrarás.
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