Nunca confundas el movimiento con la acción. Ernest Hemingway
Ernest Hemingway, nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, EE.UU., y fallecido el 2 de julio de 1961 en Ketchum, Idaho, es un escritor, periodista y corresponsal de guerra estadounidense.
En las frenéticas sociedades en las que vivimos, se acostumbra a combinar movimiento y acción. La acción existe cuando el cuerpo o la mente se pone en movimiento. Pero actuamos por automatismo, por condicionamiento, que en la mayoría de los casos es la inercia y no la acción real que se manifiesta. La agitación externa que crea el movimiento es necesaria para nuestro reconocimiento social. Necesitamos validación. La ausencia de movimiento visible lleva a la sospecha de pereza por parte de nuestros semejantes, o incluso a la condena. Es para evitar la incomodidad que imitamos el frenesí circundante. Sin embargo, no hay nada más activo que una mente que piensa, que medita. Cuando damos un paso atrás de nosotros mismos y de nuestras vidas, no podemos al mismo tiempo manifestar un movimiento exaltado. El pensamiento claro implica un cuerpo descansado y relajado. Para tomar las mejores decisiones, uno debe primero “detenerse” a sí mismo. Cuando te detienes, respiras y tu cerebro toma el control.
El objetivo de la acción es materializarse siempre, a veces en forma de movimiento, a veces en forma de reflexión. Depende de cada uno de nosotros estimar la combinación correcta entre estas dos expresiones, para estar siempre en la acción más verdadera aunque no se vea nada en la superficie.
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