El conflicto es una realidad cotidiana y siempre hay varias formas de afrontarlo. A veces podemos afrontarlo, evitarlo y, como último recurso, podemos tetanizarnos ante él. Cada una de estas formas de reaccionar nos ha sido aportada por la naturaleza. Nuestra supervivencia hasta ahora ha sido posible gracias al uso de una de estas respuestas evolutivas. El problema es que a veces reaccionamos inadecuadamente ante las nuevas circunstancias.
Los mejores luchadores son los que pueden ganar sin luchar. En la mayoría de los casos, evitar el conflicto es la mejor estrategia. Los rusos consiguieron derrotar a Napoleón y sus tropas no porque se enfrentaran a ellos, sino porque evitaron hábilmente el combate hasta que la trampa del invierno ruso se cerró sobre los desventurados franceses. La evasión puede adoptar muchas formas, puede ser el silencio que uno impone a la persona que no desea volver a ver: “no dar señales de vida”. Algunos dirán que esto es de cobardes, pero hay que reconocer que evita justificaciones o dramas innecesarios. Esta técnica se utiliza mucho para librarse de teleoperadores, vendedores insistentes y otros asesores comerciales. Otra forma de practicar la evitación es anticiparse al conflicto e idear una estratagema para evitar enfrentarse a él. Se puede pensar, por ejemplo, que es más eficaz trasladarse a otra ciudad o a otro metro si se sabe que ello aumenta la probabilidad de toparse con la delincuencia recurrente. Este hecho explica el reciente éxodo urbano de ciudades como Nueva York. Otra forma de practicar la evasión es realizar una retirada estratégica. Retirarse no es huir, es un pilar del arte de la guerra. El que se retira puede continuar la lucha, lo que no es posible para el que se deja vencer o someter. La evasión tiene la ventaja de conservar recursos valiosos al tiempo que permite desarrollar una estrategia de ataque más adelante, si es necesario.
Si no puedes huir o evitar un conflicto, tienes que luchar. Luchar es lo que nos permite expresar nuestra fuerza vital, porque expone el garbo de una persona y puede dar la vuelta a una situación: el torturador se convierte en el reprimido. La lucha se aprende y el espíritu de lucha también, aunque sea más difícil. Te conviertes en luchador luchando, adquieres técnica, fuerza y espíritu al mismo tiempo. Tu capital de tiempo, energía y atención es limitado, por lo que es prudente seleccionar cuidadosamente tus combates o quedarás exhausto o debilitado. Hay varias formas de luchar: intimidar, atacar con palabras o gestos. Intimidar significa ser amenazador, a través del lenguaje corporal, las palabras o el tono de voz. Es enviar una señal de que estás dispuesto a agravar la situación y pasar a la acción si la persona no obedece. La lucha es una fuerza de resistencia. Mientras que la evasión puede ser similar a una forma de judo en algunos casos (utilizar la fuerza del oponente para matarlo), la lucha es menos flexible e implica un mayor gasto de energía y puede ser emocionalmente agotadora.
Subyugación
Si la balanza de poder está demasiado en tu contra y no puedes evitar la situación, la lucha no te llevará a la victoria sino a una derrota aplastante, así que como último recurso tienes que recurrir al sometimiento.
Algunos animales se hacen los muertos y eso les salva. Un felino no es carroñero y por lo tanto no le gusta comer presas que ya están muertas, así que hacerse el muerto puede salvar el pellejo de los roedores. La tetanización no es recomendable en la mayoría de los casos porque está atrapado.
Sin embargo, esta situación debe evitarse y utilizarse sólo cuando se hayan agotado todos sus cartuchos. Si necesitas hacerte el muerto para sobrevivir a diario, no creo que tengas éxito.
Luchar y evitar es la pulsión de vida. La tetanización es la pulsión de muerte. En raras ocasiones, puedes jugar a la tetanización, pero si te ves obligado a vivir así, ya estás muerto. Vivir es arriesgarse a morir. Sobrevivir es dejar de arriesgar la vida, equivale a vivir como una rata, un animal que se entierra para evitar el yugo de los depredadores.
– Hay 3 formas de reaccionar ante la hostilidad: evitación, lucha o tetanización
– La forma más común de reaccionar es la evitación
– La lucha es la forma más admirada de reaccionar
– La tetanización es la forma más arriesgada de reaccionar, sobre todo cuando no puedes ni evitar ni luchar.
– Para ser feliz, hay que adoptar un estilo de vida que tenga más que ver con la vida y no con la supervivencia
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