Somos una civilización de información, datos y conocimientos, pero ¿qué pasa con la sabiduría? La sabiduría es el conocimiento sobre el que se ha reflexionado y aplicado.
Cuando nos pasamos el día delante de una pantalla, tenemos menos oportunidades de aplicar lo que aprendemos al mundo real. Además, nuestra atención está constantemente capturada por estas mismas plataformas, lo que hace imposible reflexionar. Para que la reflexión sea posible, necesitamos silencio, calma, en una palabra, soledad.
La sabiduría es rara porque no la buscamos. Valoramos a las estrellas de la web, a las estrellas de la canción, a los deportistas de la esfera cultural de masas. En los negocios, valoramos a los empresarios, a los técnicos, a los ingenieros, a los que saben hacer cosas con cifras pero no les importan las palabras. Los que también saben presentarse como hombres hechos a sí mismos.
Vivimos más en una sociedad de números que de letras. Al final, todo se reduce a una combinación de números, empezando por el mundo informático, que se expresa en forma de 0 y 1. El software es una combinación de números que abre una especie de caja fuerte. Las letras son cosa del pasado, la gente lee menos libros y ya no escribe a mano. Lo importante no es qué poesía nos conmueve, sino cuánto dinero más podemos ganar con tal o cual truco, ¿no?
Se podría decir que la sabiduría es el fruto de la decantación gradual del conocimiento, a su vez producto de la decantación de la información, a su vez producto de la decantación de los datos. Cuantos más datos haya, más sabiduría habrá al final, por decantación sucesiva. Por supuesto, esto sucederá, pero es un proceso a largo plazo que pasará por varias etapas.
En el pasado, la humanidad ha pasado por varias épocas en las que un material prevalecía sobre otro. En la Edad de Piedra (el Paleolítico), la piedra era la reina y constituía la base de las herramientas. En la Edad del Cobre (el Calcolítico), los humanos utilizaron el cobre como metal preferido para sus artesanías (a las que pertenece el arte de la guerra). En la Edad del Bronce apareció la protoescritura, seguida de la Edad del Hierro. Mucho más tarde, en la Era Industrial (la Era del Carbono), llegó la Era del Carbón (el Carbolítico Inferior), seguida del Carbolítico Superior, con el petróleo y el gas natural. Hoy en día, los recursos fósiles se están agotando, lo que constituye una de las razones por las que nos planteamos la Era Neótica.
La Era Noética Inferior es la era de los datos y la información. Es la era que iniciamos hace poco más de una década. Es la era que valoran todos aquellos que explotan los datos para darles sentido (ingenieros informáticos, analistas de datos, etc.). No está claro cuánto durará esta era, pero es una apuesta segura que durará, al menos, hasta bien entrado el siglo XXI.
La Noética Media es la era del conocimiento y la comprensión. En este periodo, las personas con un pensamiento más holístico estarán en la cima de la jerarquía. En cierto modo, ya podemos ver los inicios de este periodo hoy en día con la difusión en Internet de contenidos por parte de personas con un enfoque más global y no limitado a los datos.
La Alta Noética será la era de la sabiduría.
En esta era, las personas iluminadas por la investigación trascendental dominarán los debates y obtendrán el reconocimiento masivo de la mayoría del público.
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