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Toma decisiones basadas en lo que no quieres ser

No siempre sabes en qué dirección quieres ir. Sin embargo, casi siempre sabes lo que no quieres ser o convertirte. En esos casos, decidir por eliminación es igual de válido.

Mitigación del riesgo: las buenas decisiones a menudo se reducen a evitar las malas

Un matrimonio feliz depende tanto de la calidad de tu carácter como del de tu cónyuge. Aunque tienes cierto control sobre quién eres, paradójicamente, tienes aún más control sobre tu cónyuge a través del acto de elegir. Antes de casarte, puedes decidir con gran cuidado la naturaleza de la persona con la que pasarás el resto de tu vida. Es intrínsecamente más fácil cambiar de futuro cónyuge que cambiarte a ti mismo. Por eso, tu control sobre la otra persona, a través de la elección, es significativo a primera vista. Sin embargo, esta elección debe ser mutua: no importa cuánto desees a alguien, si esa persona no te quiere, tus opciones son más limitadas de lo que podrías pensar. Para aumentar tu capacidad de elección en este contexto, debes mejorar tu deseabilidad, es decir, tu valor en el “mercado” de las relaciones. Cambiarte a ti mismo en otra persona es una tarea mucho más difícil.

Todo en la vida puede resumirse en hacer buenas elecciones evitando las malas. Por supuesto, evitar el riesgo por completo no suele ser la mejor decisión, ya que te priva de información valiosa que podría ayudarte a mejorar. Es similar en las relaciones. Si tradicionalmente te casas con tus primos dentro de tu familia, evitas una renovación genética que puede ser perjudicial a largo plazo. Es necesario introducir lo que se llama serendipia.

Para ser la persona que quieres ser, enumera los rasgos de la persona que no quieres ser

Algunas personas nos inspiran, mientras que otras nos repelen; basta con mirar a nuestro alrededor para notarlo. Tenemos tanto que aprender de quienes nos inspiran como de quienes nos repugnan. Los rasgos de carácter que encontramos despreciables son pistas sobre la persona que queremos llegar a ser. Por ejemplo, si no te gustan las personas codiciosas e interesadas, esto te indica que podrías esforzarte por ser amable y generoso. Una vez que hayas sacado conclusiones a través de este razonamiento basado en antónimos, solo necesitas una estrategia para desarrollar ese carácter en ti.

Desarrollar buenas cualidades

Supongamos que quieres ser más generoso. A menudo es útil comenzar explorando la raíz de la palabra: su definición y etimología. Veamos el sustantivo:

  • Generosidad:
    • Disposición a dar más de lo que se está obligado a dar y a recibir menos de lo que se podría reclamar.
    • Nobleza y elevación de sentimientos.
    • Actos de generosidad.

Del latín generositas: nobleza, excelencia, bondad.

Este análisis preliminar nos proporciona información útil para traducir esta idea en acción. Hay esencialmente dos formas de cambiar: a través del pensamiento y la acción, una precediendo a la otra. Si quieres ser generoso, después de reflexionar sobre la definición, se trata de “dar más de lo que se está obligado” y “recibir menos de lo que se podría reclamar”. Esta generosidad puede expresarse en cuatro formas (los cuatro lenguajes de la amistad): tiempo de calidad con los demás, regalos materiales, servicios prestados y palabras de aliento.

Trabaja en una cualidad a la vez

Cambiar lleva tiempo. No tiene sentido intentar cultivar diez nuevos valores a la vez. Es mejor enfocarse en un valor a la vez, ya que tendrá un efecto dominó positivo en otras cualidades. Para desarrollar un nuevo rasgo positivo, necesitas establecer un hábito correspondiente, ya sea hacer algo o dejar de hacerlo. Por ejemplo, si quieres ser veraz, honesto y sincero, podrías adoptar el hábito de no mentir. Al principio, esto es difícil, especialmente si mentir es un hábito profundamente arraigado. Dejar de mentir generará un efecto virtuoso, fomentando cualidades como el coraje, ya que se necesita valor para decir la verdad.

Evita pasar demasiado tiempo con personas a las que no quieres parecerte

Somos el promedio del carácter de las personas con las que nos relacionamos. Si quieres evitar ciertos rasgos, a veces basta con evitar a ciertas personas. Cuando te asocias con otros, ya sea en la amistad, el amor o el trabajo, te abres a su influencia. Somos influenciados tanto por quienes susurran en nuestros oídos como por quienes nos gritan. El susurro puede ser más insidioso y peligroso que la ira directa.

Si quieres parecerte a alguien, déjate influenciar por él

Tenemos la suerte de vivir en una era que nos da acceso atemporal a las obras de la humanidad. A veces, es mejor conectar con las ideas de figuras ilustres del pasado que con tus contemporáneos. Un libro es un excelente testimonio del pensamiento de un autor. A través de esto, puedes literalmente “descargar” las mentes de las personas más destacadas. Cultivar una mentalidad alineada con tu ideal lleva tiempo porque debe estar impregnada de acción. La acción es lo que revela la verdadera naturaleza de quién eres. Leer y reflexionar es una cosa; forjar y templar tu carácter a través de la acción es otra. Se necesita tiempo y cierto grado de coraje para encarnar un pensamiento de excelencia.

Las personas no cambian, ¿qué hacer con esta información cuando buscas una influencia positiva?

A veces, nos dejamos engañar por nuestros recuerdos. El tiempo y la distancia tienden a suavizar las cosas y las personas, alejándonos de la verdad. Si observas un campo de batalla desde 3,000 pies, podrías admirar la escena: los colores de las explosiones, el movimiento de las tropas diminutas, las nubes de humo e incluso el derramamiento de sangre forman un cuadro casi magnífico desde el cielo. Pero esta contemplación solo es posible porque oculta el horror de la guerra, que mata a la juventud y la esperanza en la humanidad. La belleza a veces solo es posible por la distancia que invisibiliza la tragedia. El espacio y el tiempo mejoran las cosas, pero nos inducen al error. Como no podemos recordar completamente la verdadera naturaleza de una persona, podríamos perdonarla simplemente porque hemos olvidado. Confía en tu juicio inicial. Las personas cambian, pero el carácter es lo que más lentamente cambia, así que ten cuidado con aquellos que proclaman a gritos que son personas nuevas. A menudo, es solo una artimaña para hacerte bajar la guardia.

La importancia de confiar en tu memoria

Confía en ti mismo: si un lugar o una persona te disgustó en algún momento, probablemente fue por una razón válida. A menudo, cambias de opinión no porque los demás hayan cambiado, sino porque tú mismo eres diferente.

Las personas no cambian realmente; es más bien nuestra percepción del mundo y de nuestros recuerdos la que se altera con el tiempo. Para mejorar tu capacidad de tomar buenas decisiones, idealmente, lleva un diario en papel o digital para registrar tus reflexiones diarias, para no ser víctima de la distorsión de la memoria. Al leer y releer tus notas del pasado, puedes comprender realmente cómo te sentías en ese momento y tomar mejores decisiones.

La memoria: la forma en que el cerebro mejora el pasado

Si la memoria tiende a embellecer los recuerdos, probablemente sea para ayudarnos a vivir en paz. Mantener en la memoria episodios dolorosos nunca es beneficioso, por lo que el cerebro nos ayuda a sobrellevarlo falsificando el pasado, pero esto afecta negativamente nuestra capacidad para tomar buenas decisiones.

Evita elecciones con consecuencias graves y ganancias incrementales

Algunas decisiones se toman por razones equivocadas, y es importante identificarlas. Muchas decisiones caen en la categoría del tribalismo o el conformismo: se toman para reafirmar la pertenencia a un grupo, pero no son ni necesarias ni deseables a nivel individual. Imagina que formas parte de un club de artes marciales que organiza regularmente peleas a puño limpio con otros clubes. Podrías sentirte tentado a seguir a tus compañeros en estas peleas, olvidando que tu motivación inicial era aprender a defenderte si te buscaban problemas en la calle, nada más. Tu participación en este grupo te lleva a tomar decisiones que no habrías considerado antes, ya que ponen en riesgo tu integridad física si no sales victorioso. Del mismo modo, no habías planeado atacar a alguien que no te ha hecho nada. ¿Es realmente necesario dañar a un desconocido por gloria, reconocimiento o autoestima? Las peores atrocidades de la historia a menudo han sido impulsadas por el tribalismo. Un batallón en operación puede cometer horrores debido a una escalada en la barbarie para reforzar la pertenencia al grupo. La presión del grupo es pesada y puede condicionar muchas de nuestras elecciones. Por eso, es prudente evaluar un grupo antes de unirse y evitar comprometerse con él si observas comportamientos intolerables. Algunos riesgos no vale la pena tomar porque sus consecuencias en caso de fracaso son demasiado graves: la muerte, la enfermedad o la indigencia. Si tienes un uno por ciento de probabilidad de morir al hacer algo y puedes permitirte no hacerlo (a diferencia de un procedimiento médico, por ejemplo), es razonable abstenerse. Del mismo modo, si tienes una probabilidad significativa de perder todo tu dinero (si es considerable) por la posibilidad de volverte marginalmente más rico, podría ser mejor abstenerse. Todo depende de tus expectativas de ganancia y tu madurez en tu desarrollo. Al principio de tu carrera, puedes permitirte tomar riesgos porque tienes poco que perder, pero con el tiempo, tus elecciones pueden impactar significativamente tu patrimonio, lo que te hará más conservador en la toma de riesgos.

Asóciate con varios grupos para evitar las presiones tribales

Para liberarte del tribalismo y tomar decisiones menos influenciadas por el condicionamiento social, es recomendable asociarte con varios grupos para que tu sentido de pertenencia no esté ligado exclusivamente a uno. Cuando puedes satisfacer tu necesidad de pertenencia a través de varios grupos, tienes más libertad para adoptar los comportamientos deseados porque puedes dejar más fácilmente un grupo que te desagrada. Por el contrario, la falta de opciones en ciertos entornos (escuela, trabajo, prisión, etc.) puede fomentar comportamientos tóxicos y perjudiciales para uno mismo. En tales casos, busca otras “tribus” más positivas o emancipadoras.

Edward

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