Lo que marca la diferencia entre un campeón y un atleta que no lo es es su corazón, su alma. Es el 1% lo que marca una diferencia de 1 cm en la meta de una carrera, por ejemplo.
Lo que distingue a un atleta de alguien que no lo es es la considerable masa de esfuerzo acumulada a lo largo del tiempo. Son las decenas de miles de horas de entrenamiento, los cientos de salidas evitadas con los amigos, los miles de helados de chocolate sin comer y tantas otras privaciones. Para ser un campeón, hay que ser ante todo un atleta, y eso ya elimina al 99% de la población. El campeón es la flor y nata, el 1% del 1%, el 0,01%.
Un ser humano está más cerca de una máquina que del ser superior que a menudo se le asocia y que encarnan unas pocas figuras excepcionales: Gandhi, Buda, Einstein o Leonardo da Vinci.
Eres un robot porque tu cuerpo puede modelarse en su funcionamiento y tu mente también es igual de predecible. Así que sí, los robots no tienen conciencia (todavía), pero mientras nuestro comportamiento sea predecible, no nos diferenciamos de los robots. Puesto que te rigen las leyes imparables y algo aproximadas de la psicología, deberías controlar tu rendimiento como si fueras una máquina. De hecho, debería utilizar esta noticia en su beneficio. Puesto que te estás acercando al robot, puedes mejorar tu rendimiento como un robot.
La ventaja que la inteligencia artificial tiene sobre los humanos es su capacidad de iterar. Ningún humano será capaz de realizar miles de millones de cálculos para mejorar su rendimiento. Dicho esto, los humanos pueden aprender de la repetición a tratar sus cuerpos y mentes como máquinas y lograr un mejor rendimiento.
Antes de poder optimizar tus resultados con un extra de alma o corazón, como hacen los campeones, primero debes convertirte en un atleta gracias a tu esfuerzo. Para pertenecer al 0,01%, ya debes estar en la liga del 1%. Por atleta me refiero a cualquiera que quiera destacar en un campo, puede ser la música, la ingeniería, el espíritu empresarial o el arte. Ser un atleta es un estado mental, es estar en el 1% de cualquier campo. Es haber practicado lo suficiente para poder dominar a una parte significativa de tus competidores.
Por definición, tus pensamientos limitantes te limitan. Sin embargo, es bastante difícil identificarlos: separar el grano de la paja no está al alcance de todos. No puedes convertirte en deportista si tu cerebro está bloqueado por uno o varios pensamientos limitantes.
Un pensamiento limitante es aquel que limita tus logros enmascarando tu verdadero potencial, especialmente en lo que se refiere a tus objetivos y sueños. Es la piedra en tu zapato, el agujero en el casco de tu barco, la bola y la cadena en tu pierna, el espíritu burlón en el fondo de tus pensamientos o el acosador de tu infancia que te perseguía en tus pesadillas más oscuras. En una palabra, el pensamiento limitante es un peso del que debes deshacerte a toda costa.
El primer paso es identificarlos. Quitar el velo oscuro que oculta la realidad no es fácil. Lo ideal es identificar a las personas que han logrado los objetivos que tú has alcanzado y emular su forma de pensar, lo que implica necesariamente desprenderse de los pensamientos limitantes.
Tu identidad es lo que dicta tus acciones. A la inversa, si tus acciones pueden ayudar a cambiar tu identidad. El reto consiste en cambiar tu identidad superando los retos diarios: tus acciones se convertirán en tu segunda naturaleza.
La identidad se construye a lo largo del tiempo por nuestro entorno y nuestra reacción ante él. Es en cierto modo la trayectoria de nuestras acciones futuras, por eso es necesario invertir en ella. Tu identidad tiene un efecto palanca sobre tus acciones.
Están condicionadas por nuestra psicología y nuestra identidad. Te ayudarán a remodelar quién eres. Para ello, tienes que actuar poco a poco porque las acciones, por pequeñas que sean, si se hacen en una dirección, pueden tener un efecto de bola de nieve.
– Antes de convertirte en un campeón, primero debes ser un atleta
– Lo que diferencia a un campeón de un atleta es un alma y un corazón extra.
– Lo que diferencia a un atleta de un no atleta es la cantidad de trabajo que ha acumulado
– Algunos pensamientos limitantes nos impiden alcanzar nuestros objetivos
– Para cambiar la trayectoria de tu vida, tienes que invertir en tu identidad
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