La necesidad de relacionarse con lo trascendente está anclada en cada uno de nosotros, pero la espiritualidad se expresa de diversas maneras. Hay religiones sin Dios (budismo), con o sin clero, rígidas o no. Todo el mundo puede encontrar la espiritualidad que le conviene si se esfuerza en buscarla.
La soledad nos lleva a buscar una presencia, como el hijo único que empieza a jugar con amigos imaginarios. Dios es sólo una invención cuando vive en nuestras cabezas, pero cuando empieza a vivir en nuestros corazones, se convierte en realidad.
Hablar con Dios, a través de la oración por ejemplo, es permitirle permanecer en nuestro corazón. Puesto que Dios debe estar presente en nuestros corazones para existir de verdad. Existen varias técnicas para mantener un vínculo permanente con él.
Si la oración no es tu fuerte y eres más bien una persona de acción, puedes optar por el karma yoga, que consiste en ofrecer todas tus acciones a lo divino. Cada acto que realizas, lo das como una ofrenda simbólica a lo divino para que mantengas una conexión constante con él como un tren de alta velocidad está conectado a sus cables eléctricos mientras avanza.
El mundo, bueno o malo, es una creación de Dios. Este principio filosófico, compartido por muchas tradiciones religiosas y espirituales, incluido el taoísmo, nos recuerda la realidad de que el mal no es completamente negativo. De hecho, la filosofía taoísta afirma el principio de que la presencia del mal implica la presencia del bien y viceversa.
Para descubrir esta verdad, debemos desarrollar un sentido de gratitud por todo lo que encontramos en nuestras vidas: lo bueno, lo malo y lo intermedio.Expresar nuestra gratitud por cada experiencia nos permite ir más allá de simplemente reconocer las apariencias de las cosas e identificar el potencial oculto de cada momento. La práctica de la gratitud profundiza nuestra comprensión de cómo cada momento está conectado con el siguiente, y cómo cada momento tiene múltiples caras.
Cuando somos capaces de apreciar los matices y complejidades de la vida, podemos usarlos para cultivar nuestro crecimiento interior y fuerza. Esto a su vez refuerza nuestra capacidad de apreciar el bien, incluso cuando está envuelto en la oscuridad. A través de esta exploración, nos involucramos activamente en la curación de nuestros espíritus y de toda la vida.
A través de la apreciación de nuestro entorno, obtenemos una visión más profunda de la divinidad en todas las cosas, incluyendo nuestras propias vidas. El desarrollo de la gratitud y la aceptación de la vida, o el Tao, crea oportunidades para la curación, tanto en el ámbito espiritual y físico. Practicar la gratitud finalmente dirige nuestra atención hacia el poder de lo Divino, nutriendo nuestras almas y guiando nuestra comprensión del mundo que nos rodea.
Al reconocer que el mal contiene el bien, podemos transformar nuestra capacidad de aceptación en una fuente de fortaleza y coraje. Al desarrollar un sentido de gratitud por cada experiencia que se nos presenta, accedemos a un mayor nivel de comprensión de la bondad que existe en todos los aspectos de nuestras vidas. Con esta comprensión, podemos abrazar cada momento como un regalo de crecimiento y redención.
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