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Dios vive en nuestro corazon, si le dejamos suficiente espacio

Dios es una experiencia personal, es una amistad que debemos alimentar para mantenerla viva. El problema es que las distracciones de la vida cotidiana nos impiden hacer el esfuerzo necesario para que nuestro corazón tenga suficiente espacio libre para contener un soplo divino. La búsqueda del dinero, la fama, el reconocimiento y la atención de quienes nos atraen, nos distraen constantemente de la paz que se experimenta cuando se está conectado con Dios.

No es fácil mantener esta conexión porque la vida nos expone a innumerables deseos. El mero hecho de ser humanos nos hace vulnerables a la necesidad de conexión social, que puede tener un precio. Nuestras acciones llenas de bajos deseos se materializan finalmente en malos resultados. Lo ideal sería vivir constantemente con la conciencia de lo divino y hacer todo lo que hacemos en su honor, por muy humilde que sea la acción.

Cuando hemos conseguido crear este vínculo con lo divino, un traje de luz nos protege en cierto modo. Nos ponemos un velo espiritual que nos sirve de armadura, al menos durante un tiempo. Como cualquier prenda que entra en contacto con la suciedad, es necesario limpiarla regularmente. La prenda espiritual funciona de la misma manera, salvo que no requiere agua y jabón para limpiarla, sino sólo un recordatorio devocional, normalmente en forma de oraciones o mantras, por ejemplo. Por supuesto, la higiene corporal puede ayudar a nuestra higiene espiritual, pero no todos tenemos la posibilidad de ducharnos en diferentes momentos del día, mientras que casi siempre es posible puntuar nuestro día con recogimientos espirituales.

Para hacer sitio a Dios en nuestro corazón, también tenemos que vaciarnos: deshacernos de algunos de nuestros deseos, ponernos en una especie de posición de retiro. Abstenerse de comer durante unas horas también puede ser un buen ejemplo para crear un vacío en el que pueda fluir lo divino. Sólo después de estos esfuerzos podremos tener la oportunidad de recrear esa conexión que todos tuvimos al nacer.

Edward

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