Categories: Reflexión

¿Cuál es la línea entre informarse e intoxicarse?

La información es un deber de todo ciudadano. Un buen ciudadano es aquel que se pregunta por las dificultades de la vida de otras personas y las injusticias que pueden sufrir otros pueblos e incluso otras especies. Este esfuerzo de información es necesario para elevar las conciencias pero también para tomar medidas. Es razonable decir que los medios de comunicación no están jugando el papel que se supone que deben jugar. No siempre informan, a veces nos escandalizan y manipulan a través de un tratamiento parcial o emocional de la información. Esto es particularmente cierto en algunos medios de televisión. Ante estas deficiencias, algunas organizaciones y personas se han aventurado a crear contenidos con fines periodísticos. Esta horizontalidad de la información crea una pluralidad de discursos, pero a veces también fomenta la aparición de falsedades.

La toma de conciencia de un tema es inútil si no va seguida de un cambio interior. Es necesario saber definir los límites que separan la información del voyeurismo o la información de la estupidez.
La repetición de imágenes y habla crueles, negativas u obscenas puede hacernos insensibles al sufrimiento de los demás, ya que nuestro cerebro habrá asimilado estas imágenes de forma normal. Por lo tanto, es importante evitar la repetición que nos haría indiferentes o incluso crueles. Entonces, ¿cómo colocamos el cursor? ¿Cuál es la frontera entre “cerrar los ojos” y ser cómplice al dejar que el “mal” penetre en nuestro ser?

Parecería que cada uno tiene su propia sensibilidad y que la intención de cada uno está motivada por diferentes objetos. Es esencial querer preservar una cierta “pureza infantil”, que es la única que puede permitirnos rebelarnos ante la injusticia cuando se comete ante nuestros ojos. Si eres un espectador repetido de escenas injustas en la televisión, las aceptarás y no podrás intervenir porque es una escena que ocurre a distancia. En realidad vas a activar la siguiente secuencia:

Cuanto más se repite la experiencia, más refuerza los valores de pasividad (indiferencia, aceptación, etc.) o de crueldad (imitación).

Preservar una cierta pureza en lo que se puede leer o escuchar es esencial si se quiere actuar para luchar contra la injusticia.

Edward

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