Hay mañana, tarde, noche y noche. Existe el nacimiento, la edad adulta, la vejez y la muerte. Una vida y un día son iguales. Tenemos tanto que aprender de nuestro día como de la vida. ¿Y si enfocar el día como enfocamos la vida nos ayudara a vivir mejor?
La vida es preciosa porque se compone de un continuo de elementos igualmente preciosos: los días. Alguien que tiene éxito en su vida es, ante todo, alguien que ha sabido aprovechar al máximo este tiempo a través de cada uno de los días de que dispone.
Al final, lo que hace feliz a una persona es haber tenido la oportunidad en su vida de descubrir y profundizar en las distintas dimensiones de su ser: física, intelectual, emocional, social y espiritual. Para ello, lo ideal es tener un día que tenga cada una de estas dimensiones.
No siempre es fácil tener un día equilibrado. A veces es más eficaz tener una semana equilibrada, en la que el fin de semana te permite hacer lo que no pudiste hacer durante la semana. Sin embargo, si consigues crear un equilibrio en tu vida diaria, podrás afrontar el fin de semana con mucha menos frustración.
Significa reservar un tiempo al día para cada una de las categorías.
Vivir se reduce a saber morir. Vivir el día como se debe es irse a la cama con tranquilidad. Significa haber trabajado en todas las dimensiones de tu ser e irte a dormir feliz.
Un viaje de mil millas comienza con un paso. La realización de un gran proyecto pasa por haber sido capaces de validar los cientos de hitos necesarios. Para conseguir algo ambicioso, hay que empezar por algo pequeño. El efecto acumulativo (efecto bola de nieve) se produce cuando uno ha sido capaz de realizar un esfuerzo continuado. El día es la unidad básica para evaluar la continuidad de nuestros esfuerzos.
Es difícil saber quién eres. Sin embargo, hay una forma sencilla de averiguarlo. Como los seres humanos somos criaturas de hábitos, basta con fijarse en las acciones que conforman nuestra vida cotidiana para hacerse una idea real no sólo de quiénes somos, sino también de quiénes llegaremos a ser.
Por todas estas razones, está claro que la jornada tiene un gran poder para provocar cambios. Si no estás satisfecho con tu situación actual, puedes transformar tu vida siendo inflexible con las actividades que realizas cada día. El cambio se lleva a cabo mediante una pequeña acción que realizas sistemáticamente a lo largo del día. El efecto acumulativo jugará entonces a su favor. Por favor, introduzca cada nueva acción diaria después de que la anterior haya tenido tiempo suficiente para asentarse. Es como plantar semillas y regarlas: la planta debe ser lo bastante fuerte como para empezar a plantar otra y repetir el proceso.
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