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Antes de hacer el amor, hay que practicar el amor

 

La importancia de la teoría en el aprendizaje de cualquier cosa

El amor es una palabra tan manida que ya no sabemos realmente de qué se trata. Cuando pensamos en el amor, a menudo implica un cierto nivel de sexualización. Sin embargo, el amor existe principalmente sin sexo, y lamentablemente, hay mucho sexo sin amor.

La necesaria educación de los corazones

Si el mundo se ha vuelto lascivo, no es solo porque la gente ya no aprenda a controlarse, sino principalmente porque no se ha enseñado la verdadera naturaleza del amor. La religión o la espiritualidad tradicionalmente tenían esta función. Sin embargo, está en claro declive en los países llamados desarrollados, y ahora vemos casi en todas partes la supremacía de los sentidos que han tomado la delantera sobre las mentes. Nos reconectamos con nuestra naturaleza animal, que había sido dominada, y abrimos de nuevo esta caja de Pandora que vierte un flujo de sensualidad al que muchos sucumben. El cuerpo no es el corazón, así como el corazón no es la mente. El amor perfecto es aquel que comienza en la mente, desciende al corazón y finalmente se expresa a través del cuerpo. Muchos piensan que pueden alcanzar la plenitud procediendo en orden inverso; por desgracia, a menudo es una ilusión porque la mayoría de las personas se quedan atascadas en la sensualidad y difícilmente avanzarán más allá de esta etapa para hacer su amor más sublime y sutil.

Para amar de la mejor manera posible, hay que aprender a controlarse

Si uno no domina su cuerpo, está sujeto a todo tipo de tormentos que nos hacen olvidar nuestro deber, nuestro honor y nuestra dignidad. El requisito previo para cualquier elevación reside en controlar nuestros instintos para evitar un bloqueo de nuestra energía (o kundalini en la tradición hindú). Cuando fallamos en elevar esta energía a niveles más altos, nos degradamos y somos incapaces de experimentar un amor noble.

Superar los niveles inferiores con palabras

Antes que nada, para superar las dimensiones inferiores de lo que injustamente llamamos amor, sería apropiado renombrar adecuadamente lo que son estas manifestaciones puramente corporales o emocionales. Así, podríamos hablar de lujuria, lascivia o incluso de libertinaje, en contraste con el amor, que está impregnado de sacrificio, un enfoque holístico de la persona o incluso de benevolencia desinteresada. Usando palabras diferentes y educándonos para distinguir el verdadero amor de su sucedáneo, podemos desencadenar un cambio profundo en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos.

Edward

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Edward

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