Cuando pienses en casarte, no debes definir las 1.000 cualidades que poseerá tu futura pareja, de lo contrario te encontrarás solo el resto de tu vida. Al contrario, debes definir tres cualidades en las que no transigirás.
Existe una ley fundamental en el universo llamada ley de reciprocidad: recoges lo que siembras; recibes lo que das o te encuentras con lo que eres.
Debido a este principio, no puedes conocer a alguien del grupo A si tú eres del grupo B. En otras palabras, para conocer a alguien de alta calidad, primero debes ser tú mismo de alta calidad. Si sin querer has engañado a alguien haciéndote pasar por más noble de lo que realmente eres, tarde o temprano tendrás que pagar por este engaño de una forma u otra (fin prematuro de la relación, etc.).
Si quieres conocer a la persona adecuada, primero tienes que ser exigente contigo mismo, como hemos visto. A continuación, debes tener una idea clara del tipo de persona que quieres conocer definiendo 3 criterios no negociables. Estos criterios deben ser cualidades humanas y no aptitudes o cualidades físicas, que son superficiales.
Los 3 criterios que definas deben ser elementos que te definan y, en cierto modo, tracen una trayectoria para tu futuro. Esta trayectoria te acompañará el resto de tu vida, y quieres rodearte de alguien que te ayude a alcanzar tus objetivos más profundos. No quieres que esta persona te aleje de tus deseos más profundos, ya que esto sólo generará frustración e ira que destruirán vuestra relación.
3 criterios son suficientes y precisos. Imagina que tienes 20 cualidades humanas entre las que elegir y sólo puedes seleccionar tres. ¿Cuál crees que sería la probabilidad de esta selección? La respuesta es 6840, que es un número lo suficientemente grande como para estimar que haría una selección precisa del perfil que busca. Si es demasiado rígido y añade criterios, reducirá las posibilidades de conocer a esa persona y no introducirá la serendipia en su relación.
La evolución necesita del azar, de cosas que no puedes controlar. Es más, muy a menudo, al intentar controlarlo todo, te das cuenta de que no tenías control sobre nada. Por eso no hay que ser demasiado rígido a la hora de buscar a tu media naranja. Hay que estar de acuerdo en lo esencial y luego abrirse a las diferencias de la otra persona, que serán una fuente de enriquecimiento para ti. Si buscamos demasiado a alguien que se parezca a nosotros, acabaremos en el caso extremo de las familias reales y la consiguiente endogamia.
La persona que eres ahora será normalmente diferente dentro de 10 años. Tu pareja es la persona que mejor te acompañará en este viaje de transformación. Por eso tienes que estar abierto a la alteridad: tu futuro yo será de alguna manera otra persona, así que siéntete cómodo con esta idea de transformación.
En todo proceso de transformación, hay una parte que permanece inalterable. Tus valores son precisamente lo que no debe cambiar. Dicho esto, vas a profundizar en la puesta en práctica de tus valores. Cuanto más tiempo pase, más se convertirán tus valores en algo natural, por lo que serás diferente de lo que eres hoy. De hecho, serás una versión más realizada o realizada de lo que eres ahora. Si el tiempo está bien empleado, se convierte en un multiplicador de tus cualidades. Si, por el contrario, malgastas tu existencia en vano, cuanto más tiempo pase, más decaerás, más te convertirás en nada más que una sombra de lo que fuiste.
– Sé duro y flexible como el bambú. Sé inflexible con tus valores, pero flexible con la forma que adoptan esos valores en las personas que conoces.
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