El Santo Grial de la existencia es convertirse en antifrágil, es decir, hacerse más fuerte después de cada impacto, al igual que los músculos de un culturista después de cada sesión de entrenamiento. ¿Por qué es importante volverse antifrágil y por qué es tan difícil lograrlo?
La antifragilidad nos permite navegar en un mundo incierto y beneficiarnos de él. Como seres biológicos compuestos de carbono, naturalmente tememos a la muerte. Este miedo nos lleva a abordar el mundo con desconfianza y, a veces, con extrema precaución. Convertirse en antifrágil nos liberaría, en cierto modo, de este miedo, transformándonos en aventureros. La antifragilidad es el poder de hacerse más fuerte después de cada crisis, lo que nos impulsaría a pasar de crisis en crisis, es decir, a prosperar a través de la volatilidad.
Nuestras Culturas Están Construidas sobre la Robustez
Desarrollar la antifragilidad es un desafío porque hemos sido educados en culturas que, en general, favorecen el paradigma de la resiliencia. Ya sea en el matrimonio, el trabajo o la alimentación, todo está diseñado para protegernos de las crisis. Generalmente comemos los mismos alimentos y no experimentamos con nuevas plantas o raíces para descubrir nuevos nutrientes. Nuestros antepasados lo hicieron por nosotros, y algunos incluso murieron por ello. Es mucho más sensato ceñirse a los alimentos que ya conocemos. Nuestro trabajo suele resumirse en un conjunto limitado de habilidades que, a menudo, nos convierte en especialistas. La especialización del trabajo nos anima a convertirnos en expertos para obtener beneficios. El problema es que esta especialización puede tambalearse fácilmente en tiempos de crisis. Cuando una industria sufre un cambio drástico, muchas profesiones pueden volverse obsoletas, como hemos visto en el pasado y seguimos observando hoy con las consecuencias directas de la inteligencia artificial en el trabajo.
La estructura social también se basa en la robustez, comenzando por el contrato matrimonial, que se supone debe brindar garantías a ambas partes. Sin embargo, en caso de crisis—como un divorcio—ambas partes a menudo se separan, sintiéndose debilitadas, ya que la experiencia es traumática para la mayoría de las personas. Es probable que me digas que la repetición de relaciones puede aportar antifragilidad. Tal vez, pero diría que las consecuencias psicológicas son a menudo negativas. Según lo que he observado, la inestabilidad emocional generalmente provoca fragilidad en lugar de antifragilidad, en el mejor de los casos, robustez.
En general, nuestra cultura es resiliente, ya sea en el arte o en las creencias que mantenemos. Se entiende bien por qué es difícil desarrollar antifragilidad: nuestra matriz es diferente, lo que requiere repensar completamente una parte de nuestra educación para descubrir la antifragilidad.
La Necesaria Fragilidad
¿Por qué somos frágiles? Diría que porque nos hace dependientes. Hoy en día, realizas un trabajo especializado que te permite comprar alimentos con el dinero que obtienes. No necesitas saber cultivar un campo ni cazar para asegurar tu sustento. Esta aparente falta de restricciones te vuelve dependiente del sistema. En caso de una grave crisis alimentaria, tal vez no podrás alimentarte. Tu empleador y tu gobierno lo saben, y eso es lo que te impulsa a trabajar duro y no cuestionar demasiado. La especialización es un síntoma de nuestra fragilidad, aunque permita un mayor enriquecimiento. Irónicamente, esta fragilidad individual puede generar antifragilidad colectiva: el sistema que te emplea puede reponerse fácilmente al contratar personas más baratas para reemplazarte, así que tu aparente fragilidad alimenta una antifragilidad en otro lugar.
Reencontrarnos con el Cazador-Recolector que Llevamos Dentro
En contraste con el trabajador especializado, existe nuestro lejano ancestro, un ser antifrágil por naturaleza. En caso de crisis alimentaria, podía cambiar fácilmente de una dieta a otra. Su nomadismo también lo hacía antifrágil porque aprendía nuevos conocimientos a medida que se desplazaba y conocía nuevas tribus. Por supuesto, estos encuentros podían llevar a conflictos, pero también son característicos de la naturaleza contraintuitiva de la antifragilidad: a veces, ciertos miembros de un grupo deben perecer para que el conjunto sobreviva y se fortalezca como resultado (la fragilidad individual y la antifragilidad colectiva a menudo van de la mano).
¿Cuáles Podrían Ser las Características del Hombre Antifrágil Moderno?
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