Dos fuerzas se enfrentan sin que nos demos cuenta, una conservadora y otra progresista. Este antagonismo cristaliza en torno a dos valores: la resiliencia y la resistencia. Veamos qué implican:
Según el Wikcionario:
La resiliencia es la “Capacidad de una persona o sociedad para resistir una prueba brutal y aprovecharla para fortalecerse”.
Mientras que la resistencia es la “Defensa que el ser humano, los animales o los microorganismos hacen contra los que les atacan”.
La globalización, que se ha producido durante siglos, ha obligado a los pueblos a oponerse entre sí y luego a adoptar una visión dominante que, a su vez, suplantaría a muchas culturas. Las áreas de influencia, ya sea en forma de zonas económicas o lingüísticas en un principio, siempre han provocado reacciones entre los que estaban sometidos a las nuevas reglas que se les imponían. La primera fase de la resistencia, que constituye un choque frontal, fue destruida al no poder derrocar al nuevo poder dominante. La resistencia es la negativa a transigir frente a una entidad que uno considera enemiga o depredadora, sobre todo en lo que respecta a la identidad que uno defiende, ya sea civilizatoria o no.
La resiliencia es la segunda fase: se trata de ajustarse a las nuevas reglas aceptando los cambios que nos imponen. La resiliencia no implica una ruptura, es una sumisión al nuevo orden, al tiempo que permite reforzar una o varias capacidades. A menudo, la resiliencia hace que los individuos sean más robustos, pero rara vez va acompañada de un deseo de cambio, de rebelión. El buey que arrastra su arado, que es musculoso pero no aspira a la libertad, expresa bien esta idea.
Sin embargo, en algunos casos, la resiliencia es una vía de resistencia. Por ejemplo, quienes encarnaban las figuras de la descolonización habían seguido a menudo una trayectoria conformista ejemplar para integrar a las élites de la época. El bagaje intelectual que habían adquirido les permitió encontrar las palancas conceptuales de su emancipación.
El partidario de la resiliencia es generalmente un pragmático, no cree en la seriedad de la estrategia de ruptura. Es relativista en cierto modo, piensa que el cambio implica necesariamente alguna forma de compromiso.
El resistente es más radical o idealista. Su rigidez es a la vez su fuerza y su deficiencia. Ve el mundo con entusiasmo y ansiedad. No cree en su capacidad para diluirse en un mundo que considera hostil y malvado.
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