A veces es difícil retomar el camino. Nos sentimos atrapados en una espiral que no deja de arrastrarnos a pesar de nuestros esfuerzos por salir de ella. ¿Qué puedes hacer cuando todo lo que te rodea tiene un efecto negativo en tu vida? ¿Debemos perseverar en un camino si parece que no va a ninguna parte?
En primer lugar, antes de tirar la toalla e irnos a otra parte, tenemos que tomar una decisión con dos ingredientes importantes: claridad y positividad.
La razón para abandonar suele ser un momento difícil y fugaz en el que estamos en el camino correcto, pero lo hemos perdido de vista. Para tomar realmente la decisión correcta, hay que ser capaz de distanciarse de la situación, de quitar la cabeza del manillar.
Para tomar la mejor decisión, necesitamos tener presencia de ánimo y todos nuestros recursos morales. Es en un momento de desesperación cuando tomamos decisiones lamentables.
Esto es más fácil de decir que de hacer. Cuando uno lleva años inmerso en una forma de soledad o depresión, es difícil sacar la cabeza del agua. Las personas que nos rodean no siempre saben tomar la iniciativa porque no ven nuestro sufrimiento. Esta falta de sensibilidad puede bloquearnos, acabamos por vaciar nuestro entorno aunque podamos aportar algo positivo a sus vidas.
Dado que es difícil vivir en el absurdo, es más que esencial dar sentido a las más pequeñas acciones que realizamos a diario. La búsqueda de sentido es lo que motiva la existencia. Encontrar una causa coherente en relación con nuestro conjunto de valores es la forma ideal de reconectar con nosotros mismos.
Actuar con coraje es actuar con amor, lo que nos conecta con el significado etimológico de la palabra (“coraje” viene de “corazón”). Para actuar con valor, debemos volver a conectar con nuestra nobleza, con lo que es sagrado en nosotros, con el amor que podemos proyectar a nuestro alrededor.
Si nos hundimos en la negatividad, a menudo es porque pensamos con un filtro que nos hace ver el mundo en blanco y negro. Para cambiar esto, tenemos que “lavar” la lente a través de la cual vemos el mundo. Para ello, nada mejor que pensar y actuar con amor. Cuando lo haces sinceramente, sólo un poco, mágicamente consigues que el motor vuelva a funcionar. El amor expulsa el odio y todas las pasiones tristes como el insecticida expulsa los mosquitos de una habitación.
Un buen hábito garantiza un cierto nivel de bienestar por debajo del cual no deberías caer si lo mantienes. Cuando has conseguido uno de tus buenos hábitos diarios, inicias una cadena positiva que puede llevarte a nuevas cotas.
Si quieres crear buena energía en tu vida diaria mediante la implantación de hábitos, tienes que ser capaz de dedicarles recursos suficientes (tiempo y energía). Esto significa que hay que darles prioridad. Para ello, es necesario estructurar el día de manera que estos recursos estén disponibles, sobre todo por la mañana.
Cuando dejamos de lado un problema, éste tiende a crecer y a ocupar cada vez más espacio en nuestra mente. Para destruir estos “programas” que se ejecutan en el fondo de nuestra mente, tenemos que neutralizarlos poniendo en marcha un plan para combatirlos. La mayoría de los problemas no pueden resolverse con un chasquido de dedos. Sin embargo, si haces un poco cada día para eliminar el problema, poco a poco te desprenderás de una carga.
Es probable que tus problemas se rijan por la ley de Pareto. El 20% de ellos provocan el 80% de tu ansiedad o preocupaciones de cualquier tipo. No es raro que al eliminar un problema, haya eliminado la causa principal de su ansiedad, como si quitara las piedrecitas de la suela del zapato que le molestaban. Por eso es más que importante abordar los problemas que generan más tensión. Por supuesto, si la tarea parece demasiado grande, puedes empezar con problemas más pequeños para coger confianza e impulso.
Recuérdate a ti mismo las razones por las que tienes que estar orgulloso de ti mismo
Cuando estamos deprimidos, a menudo olvidamos cuáles son nuestras cualidades. Nos obsesionamos con nuestros defectos, que ocultan todas las cualidades que tenemos. Para resolver un problema, necesitamos amor, y este amor a menudo proviene del amor que nos tenemos a nosotros mismos. Por lo tanto, es fundamental no perder la autoestima, ¡es un elemento esencial para recuperar el rumbo!
Haz este sencillo ejercicio: enumera en una hoja de papel en blanco o en una hoja de cálculo todas las cualidades que crees que tienes. Intente ser lo más específico posible dando ejemplos o anécdotas para cada uno. Completa y relee este documento dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche antes de acostarte. De este modo, estas cualidades crecerán como las semillas que se riegan. Si descuidamos nuestras cualidades, éstas se reducen, por lo que no debemos olvidarlas. Si puedes, intenta ver a amigos o personas que siempre han destacado tus cualidades. La idea no es que te lustren los zapatos, sino que te recuerden lo obvio que tiendes a olvidar. No tengas miedo de mirarte a ti mismo de forma positiva, sólo tendrá un efecto positivo en las decisiones que tomes más adelante.
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